Thornton Wilder: La larga cena de Navidad

Thornton Wilder es uno de los dramaturgos —y narradores— más importantes del siglo XX. Se dio a conocer con la novela The Bridge of San Luis Rey, ganadora en 1928 del Premio Pulitzer, que volvió a obtener con sus obras de teatro Our Town (1938) y The Skin of Our Teeth (1943), entre otros muchos reconocimientos. No es que haya que fiarse demasiado de ellos: basta pensar en el Premio Nobel de nuestro olvidado Echegaray; pero a veces también aciertan, como es el caso.
Si el criterio de selección fuera la calidad artística en exclusiva, seguramente habría que hablar de Our Town (Nuestra ciudad), que es la obra maestra de Wilder entre las de teatro. Hemos optado por privilegiar, en cambio, lo que entendemos con precisión por “dramaturgia”. Respecto a ella, esta obra presenta también innovaciones muy interesantes; pero que no son exclusivas, como sí lo es la que ostenta la pieza en un acto The Long Christmas Dinner (La larga cena de Navidad), la única realización que yo sepa de una posibilidad teórica fascinante: la iteración dramática.
¿Puede representarse teatralmente de una vez una acción que, con o sin variantes, ocurre varias veces —se repite— en la ficción? A primera vista no parece fácil ni desde luego frecuente. Pero existe por lo menos un drama, este de Wilder, que se aproxima mucho, quizás todo lo posible, a una plasmación de este tipo. La acotación inicial lo explica así: «Ninety years are to be traversed in this play, which represents in accelerated motion ninety Christmas dinners in the Bayard household. The actors must indicate their gradual increase in years through their acting. Most of them carry wigs of white hair, which they adjust upon their heads at the indicated moment, simply and without comment. The ladies may have shawls concealed beneath the table, that they gradually draw up about shoulders as they grow older. Throughout the play the characters continue eating imaginary food with imaginary knives and forks». Para conciliar la apariencia de continuidad con el desfilar por la escena de varias generaciones de personajes, que nacen y mueren durante la cena, se sirve Wilder de la convención simbólica de una puerta para los nacimientos y otra para las muertes.
Asistimos, pues, a una apretadísima síntesis temporal (noventa años de fábula en menos de una hora de escenificación) y, sobre todo, a la síntesis representativa de noventa ocurrencias diegéticas (cenas anuales) en una sola escena dramática, la larga —por eso— cena de Navidad; aunque no hayamos dado en rigor con la fórmula de la iteración dramática, sino más bien con una forma sumamente interesante de drama “pseudo-iterativo”, que consiste en disimular su carácter secuencial presentándolo como si se tratara de una sola escena, en dotar de aparente continuidad a un auténtico mosaico de pequeños fragmentos temporalmente discontinuos.
Se recurre para ello a un sutil equilibrio contrapuntístico entre identidad y diferencia capaz de significar la permanencia y el paso del tiempo, muchas cenas de Navidad en o como una sola. Cada uno de los cambios —por ejemplo, en el nombre de las sirvientas, sin olvidar a Eduardo— nos sitúa en una cena distinta, mientras que cada repetición —del brindis, de los comentarios sobre el sermón, el clima, etc.— nos remite a la misma cena. Se impone sobre todo borrar o camuflar los límites, es decir, los nexos temporales entre ellas. En rigor, resulta posible identificar cada una, pero a medida que se multiplican los saltos en el tiempo a la vez que se mantiene constante la actividad de los personajes en torno a la mesa navideña, se difuminan más y más las fronteras entre escena y escena. El espectador —incluso el lector— encuentra cada vez más difícil determinar a qué cena corresponde tal o cual momento de la representación; se deja arrastrar, en fin, por el velocísimo transcurso de los acontecimientos, lo que favorece, paradójicamente, la sensación de inmovilidad.
Con La larga cena de Navidad logra Wilder, si no estrictamente realizarla, sí suscitar la impresión más viva y acabada que yo conozca de iteración dramática.
José-Luis García Barrientos, doctor en Filología (UCM), Profesor de Investigación del CSIC, profesor de posgrado en la UC3M, es autor de libros, traducidos algunos al árabe y el francés, como Principios de dramatología, Cómo se analiza una obra de teatro, Teatro y ficción, La razón pertinaz, Drama y narración, Anatomía del drama o Siete dramaturgos, tres de ellos publicados por Paso de Gato. www.joseluisgarciabarrientos.com