Dramaturgia occidental /9

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Juan Mayorga: Himmelweg

Himmelweg, de Juan Mayorga, dir. de Raimon Molins, compañía Atrium Escena Digital (2022). Foto: Atrium Escena Digital.

Juan Mayorga es el autor mejor situado para presidir el teatro español de la primera mitad del siglo XXI. (El teatro tiene una rara propensión monárquica.) Puede que su consagración definitiva, aunque precedida del notable éxito de Cartas de amor a Stalin, llegue precisamente con Himmelweg (Camino del cielo). Que es también su obra maestra hasta el momento y de la que el autor dice sentirse «menos insatisfecho».

            Siendo lo decisivo su talento como dramaturgo, Mayorga es además matemático y filósofo. Su peculiar teatro histórico, del que Himmelweg es una muestra excelente, tiene que ver con su dedicación a la filosofía de la historia. Y la estructura de muchas de sus piezas es, como la de ésta, de una belleza genuinamente matemática.

            Sin ceder un ápice de emoción y naturalidad, a la vez hondo y vivo, llano y exquisito, el de Mayorga es, sobre todo, un teatro inteligente. Y creo que el drama es más exigente que el relato y el poema con la inteligencia, y que ésta no menoscaba la dramaticidad sino que la acrecienta.

            Defiendo el carácter plenamente teatral de Camino del cielo. Yerran quienes se lo regatean, deslumbrados quizás, y con razón, por sus alardes de forma y estructura. Pocas obras consiguen como ésta, no ya quebrar, sino abolir el orden cronológico, anular la lógica del tiempo. Lo mismo cabe decir del empleo de la repetición, o del recurso al monólogo, de los que sólo el extenso inicial es predominante aunque no exclusivamente narrativo. A partir de él, que revela todos los hechos, la representación no puede sino volver y dar vueltas sobre ellos, para explicarlos, para comprenderlos. Lo asombroso es que la intriga, el afán por saber más, no decaiga en ningún momento. La excelencia artística de la obra radica en la dramaturgia de lo irrepresentable que Mayorga despliega como solución al oxímoron de hablar de lo inefable, de mostrar (de manera indirecta) lo insoportable.

            Himmelweg trata de los campos de exterminio en la Alemania nazi, o mejor, de la ceguera ante el terror por incredulidad o cobardía, de las oportunidades echadas a perder, más criminales a veces que los mismos crímenes. Nos interpela directa y expresamente, pues habla sobre todo de la actualidad, de una sociedad que no quería —y que no quiere— ver, de quienes no se atreven a abrir puertas que ocultan que el camino del cielo es en realidad un camino al infierno.

            Las atroces relaciones entre víctimas y verdugos, entre culpa e inocencia, entre horror y pasividad cómplice, se despliegan en un perverso juego metateatral: hacia dentro, la representación despiadada del engaño; hacia fuera, la revelación de la verdad por la puesta en evidencia de la impostura.

            Obra de una dureza casi insoportable, mitigada por la mirada oblicua y el derroche de inteligencia. Incursión en el infierno de la inhumanidad, que nos hiere de muerte tanto como nos cura el milagro del arte. Pura y gran literatura. Teatro grande y genuino. Eso es Himmelweg.


José-Luis García Barrientos, doctor en Filología (UCM), Profesor de Investigación del CSIC, profesor de posgrado en la UC3M, es autor de libros, traducidos algunos al árabe y el francés, como Principios de dramatología, Cómo se analiza una obra de teatro, Teatro y ficción, La razón pertinaz, Drama y narración, Anatomía del drama o Siete dramaturgos, tres de ellos publicados por Paso de Gato. www.joseluisgarciabarrientos.com
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2 COMENTARIOS

  1. Querido José Luis, muchas gracias por este libro en proceso que recuerda esa época en que las novelas se construían por entregas en los diarios impresos. La experiencia es rica porque habrá varias formas de leerlo. A pequeñas dosis ahora, mientras lo preparas, y de forma cabal, panorámica, cuando decidas ponerle punto final.

    Agradezco, también, que en el instructivo recuento incluyas autorías coevas. El vínculo con el presente le da un sentido de continuidad, de transformación, de movimiento y reciprocidades a una tradición que, por ello miso, se insufla vida.

    La obra de Juan Mayorga es excelente. El desafío técnico no es menor. Mira que hacer del gesto metateatral el recurso que atraviesa la obra de principio a fin es, por lo menos, sorprendente. Me parece encontrar en algunas de sus acotaciones, tanto como en las profusas tiradas monológicas, las incrustaciones narrativas que preludian al Mayorga de Hamelín. Encuentro (porque la leo, ¿o la imagino?), además, una pátina de amarga crítica, de oscura pertinencia para estos días de exterminio. ¿O de desatinadas retaliaciones?

    En fin, que por ambas razones (las hibridaciones modales y las agudas lecturas del presente), pienso en Mayorga y en Esquilo, ambos congregados en tu canon, como agudos homéridas, en su doble acepción: como descendientes del poeta, claro, pero como rehenes de su belicoso tiempo, desde luego.

    Mi admiración y cariño siempre.

  2. Y yo te agradezco, querido Edgar Gabriel, tu comentario, que vale su peso en oro, como salido de la pluma de uno de los dramaturgos y de los escritores más importantes con que cuenta, sin duda alguna, hoy México. No se puede decir más (ni más inteligente) en menos palabras. Que me incitan, como otras de comentarios anteriores, a publicarlas en su día, cuando el libro esté (provisionalmente) acabado, junto a los breves textos de mi «lista», como notas o apéndices o acotaciones…
    Me encanta imaginar mi canon como una especie de novela por entregas. También por el ingrediente de ficción (pero teórica) que hay quizás en mis textos, a pesar de su estilo contundente o quizás gracias a él. Dudé mucho si incluir o no a autores vivos como Mayorga. Mi decisión tuvo que ver con lo que mencionas, el vínculo con el presente y con la vida. Pero se limitará a unas cuantas muestras, pues soy consciente del peligro de desbordamiento que implica no dar tiempo al tiempo para acendrar el listado. Lo que dices sobre Mayorga no puede ser más sugerente. Mil gracias.
    Mi admiración y mi cariño no tienen vuelta atrás.

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Dramaturgia occidental /13

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