Pirandello: Seis personajes en busca de autor
Que Pirandello es uno de los más grandes dramaturgos de la historia nadie puede negarlo. Mucho más difícil es explicar por qué. Apuntando a la diana del verdadero tema de este libro, tengo el convencimiento de que su lugar eminente se debe, no tanto a la creación de ciertas obras, por excelentes que sean algunas, como la elegida, sino de una dramaturgia tan singular que es forzoso llamar “pirandellismo”.
Aunque nadie en su sano juicio pueda negarle la condición de clásico, es cierto que Pirandello se ve un poco relegado de los escenarios actuales y que muchos —no yo— lo tacharán de anticuado: por sus mundos dramáticos, pero también por su procedimiento, que es lo que nos importa. El error es tan trivial como los tiempos que corren. Se reduce primero el pirandellismo al metateatro, siendo mucho más que eso, y se descarta luego como demasiado intelectual y endogámico.
La refutación más eficaz será por vía de ejemplo: vean o lean Tebas Land de Sergio Blanco, recreación del más genuino pirandellismo y con un éxito arrollador en pleno siglo XXI y en todo el mundo, incluida Corea del Sur, la nueva meca del cine. ¿Intelectual, endogámica? Que se lo pregunten a los presos uruguayos que asistieron en sus cárceles al primer montaje de la obra.
Pirandello no inventa el metateatro. Basta pensar en Hamlet o El sueño de una noche de verano, que lo practican, aunque ocasionalmente. Él, en cambio, lo pone en el centro de su dramaturgia, no sólo como recurso constructivo, sino explotando su fundamento mismo: ni más ni menos que la médula de la convención teatral, que formuló lapidariamente Borges así: «la profesión de actor consiste en fingir que se es otro ante una audiencia que finge creerle». De ella bebe el pirandellismo. ¿Puede pasar de moda?
Así es si así os parece o Enrique IV son plenamente pirandellianas sin ser en rigor metateatrales; revelan quizás por eso con más claridad las implicaciones temáticas de esta peculiar dramaturgia, como la imposibilidad de alcanzar la verdad: curiosamente, se diría que en ideas no puede Pirandello ser menos anticuado o más posmoderno. Netamente metateatrales son Esta noche se improvisa la comedia y Seis personajes en busca de autor, su obra más conocida pero quizás no la mejor; aunque sí la expresión más genuina del pirandellismo y la que elegimos por eso.
En ninguna se perpetra una transgresión más audaz de la lógica de los niveles dramáticos: hacer subir a un escenario presuntamente real a puros personajes imaginarios y ni siquiera imaginados del todo, en busca de un autor que componga su drama y de unos actores que los encarnen. ¿A qué nivel de realidad o ficción pertenecen estos personajes? Lo prodigioso es que el público los asuma, y como más reales que los que integran la compañía teatral a la que sorprenden. Si eso no es maestría de dramaturgo, que venga Dios y lo vea.
En cuanto al espacio, el escenario más ilusionista que cabe imaginar no es la reproducción más detallada y fiel —más llena de información— de un lugar real, sino el escenario vacío que representa el escenario vacío de un teatro, como el de Seis personajes en busca de autor; es decir, si bien se mira, el más artificial, igual que el procedimiento de duplicación de niveles dramáticos al que corresponde, el llamado teatro dentro del teatro. La ilusión máxima, pues, no consiste en disimular la teatralidad de la representación, sino en elevarla al cuadrado.
Pirandello es parte de la élite más exclusiva de la dramaturgia occidental y con seguridad seguirá siéndolo mientras el teatro sea como lo conocemos, es decir, lo que es. La fórmula de aquél es inseparable de la esencia de éste.
José-Luis García Barrientos, doctor en Filología (UCM), Profesor de Investigación del CSIC, profesor de posgrado en la UC3M, es autor de libros, traducidos algunos al árabe y el francés, como Principios de dramatología, Cómo se analiza una obra de teatro, Teatro y ficción, La razón pertinaz, Drama y narración, Anatomía del drama o Siete dramaturgos, tres de ellos publicados por Paso de Gato. www.joseluisgarciabarrientos.com
Un placer leer sus artículos. Sus libros han sido una guía. Muchas gracias.
Me alegra y anima mucho su comentario, Patricia. Muchas gracias a usted por él.