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Lo que el río hace: una obra de identidad y reencuentro

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Lo que el río hace-escrita-dirigida-y-protagonizada por-María-y-Paula Maull
Lo que el río hace-escrita-dirigida-y-protagonizada por-María-y-Paula Maull

La obra teatral Lo que el río hace, escrita, dirigida y protagonizada por María y Paula Marull, sigue siendo un rotundo éxito teatral tanto en la Argentina como en el exterior. Desde su estreno en septiembre de 2022, en la Sala Cunill Cabanellas del Teatro San Martín, en Buenos Aires, logró captar de inmediato la atención del público y la crítica especializada, agotando las localidades en cada función. Como resultado, este trabajo se convirtió desde entonces en el punto de partida de una producción que, con el paso del tiempo, se ha establecido como un fenómeno teatral destacado. Actualmente, se encuentra en cartel en el Teatro Astros, sobre la histórica Corrientes, avenida de los teatros de la ciudad de Buenos Aires, donde sigue obteniendo prestigio y gran convocatoria. Entre los reconocimientos obtenidos, se destaca el Premio Talía al mejor espectáculo latinoamericano, otorgado por la Academia de las Artes Escénicas de España. Además, ha sido galardonada con premios nacionales como el ACE a la mejor obra, el Trinidad Guevara, el María Guerrero y el EEBA.

En cuanto a su origen, Paula nos cuenta: “Escribimos la obra a raíz de una propuesta que nos hicieron en el Teatro San Martín para la Temporada 2020 donde el eje temático fuese la Argentina. La primera imagen que tuvimos fue la de una mujer que regresaba a un hotel habitado por sus recuerdos. A partir de esa imagen trazamos un posible esquema dinámico de la ruta que podía vivir el personaje de Amelia y fuimos descubriendo y trabajando la trama.” Así, Amelia vive sumergida en sus obligaciones cotidianas, la familia, el trabajo y su día a día se convierten en una carrera cuesta arriba. Como consecuencia, está perdida, desconectada de sí misma y de lo que realmente le importa. La repentina muerte de su padre la lleva de regreso al pueblo de su infancia, un lugar que alguna vez fue un refugio cálido pero que ahora con el paso del tiempo le resulta muy lejano. Allí descubre que los recuerdos que había atesorado están distorsionados, desvanecidos por el paso del tiempo y el peso de su propia perspectiva adulta.

Dentro de esta narrativa, el río se convierte en un personaje de suma importancia. Por un lado, es el puente entre el pasado y el presente de Amelia, y la clave para que reconstruya su futuro. Por el otro, la pieza explora temas como el peso emocional de la memoria, el duelo y la conexión con la naturaleza como una forma de redescubrimiento. Paula explica: “María y yo somos nacidas en Rosario, en la provincia de Santa Fe, a orillas del río Paraná. Nuestros padres se separaron cuando teníamos 2 años y nuestro papá se fue a vivir a Esquina, un pueblo pequeño en Corrientes donde íbamos y seguimos yendo todos los veranos. Es un lugar donde hay tradiciones muy singulares que se festejan como el Carnaval, la Fiesta del Pacú, de la sandía, de la cara sucia. Tenemos amigos entrañables.” Es decir, el río de la obra, con su reflejo implacable sobre cada persona, desafía a Amelia a mirar hacia adentro, a descubrir quién es en medio de la correntada de emociones y eventos que han moldeado su vida. Pero, más allá de su superficie tranquila, el río le ofrece una opción: enfrentarse a su verdadero yo en su reflejo o sumergirse profundamente en sus aguas hasta tocar el fondo para hallar las raíces ocultas de su existencia y las respuestas que tanto necesita.

De manera similar, Paula destaca la importancia del río en su proceso creativo: “Yo creo que la escritura hace que muchos recuerdos que el río ya se había llevado, vuelvan y puedan salir a flote. Escribir es una manera de regresar a algunos lugares y entrar otra vez en ellos. Abrir puertas que se habían cerrado, volver a visitar zonas donde no se puede llegar sino escribiendo. El río es un elemento muy importante en nuestra identidad. Hemos nacido frente al río Paraná y hemos visitado Esquina todos los veranos de nuestra vida, hemos aprendido a nadar en ese río. Así que volver a visitarlo a través de la escritura ha hecho que muchos recuerdos que estaban en el fondo afloren a la orilla.” Así, el río, como protagonista silencioso, no solo actúa como un escenario, sino que se convierte en un símbolo del flujo constante de la vida, los recuerdos y las emociones. Por ello, su presencia es un eco que conecta a los personajes con el ciclo natural de la existencia.

“El relato es una historia de ficción en un marco y un universo que hemos conocido y vivido. Esquina, el hotel, la Fiesta del Pacú, son todos elementos que existen y forman parte de nuestro imaginario a la hora de escribir. La línea del padre, o mejor dicho la imagen del padre que Amelia evoca es muy parecida a nuestro padre. Me atrevería a decir que el personaje del padre, que no aparece, pero está evocado en toda la obra es lo más cerca a lo biográfico que tiene el material.”

Desde una perspectiva más general,Lo que el río hace se presenta como un recorrido poético que transita el alma de una historia pueblerina. A través de un relato cargado de intimidad y sensibilidad, la obra invita al espectador a sumergirse en una experiencia profundamente sensorial, donde cada imagen creada con la magia de la palabra poética despierta los sentidos y toca las fibras de la emoción. Además, su tono introspectivo conecta profundamente con el público, en un cruce entre lo íntimo y lo universalmente humano. En este sentido, el viaje que propone la obra no es sólo geográfico, sino también interno. Durante este trayecto, se entrelazan muy acertadamente las perspectivas de los personajes, el entorno natural y los recuerdos, ofreciendo al espectador una narrativa caleidoscópica que oscila entre lo concreto y lo simbólico. Por esta razón, las interpretaciones se distinguen por su profundidad y emotividad que facilitan una conexión intensa con el espectador. Asimismo, el humor desempeña un papel central en la construcción narrativa, integrado de manera estratégica a través de personajes pintorescos que representan con precisión las particularidades y tradiciones propias del entorno. Estos personajes, además de ofrecer momentos de distensión cómica, contribuyen significativamente al enriquecimiento de la trama, al incorporar con autenticidad los matices culturales y sociales característicos del contexto en el que se desarrolla la obra.

El elenco, además de contar con las talentosas autoras en el papel de Amelia, incluye las destacadas actuaciones de William Prociuk, Mónica Raiola, Mariano Saborido y Débora Zanolli. Asimismo, la puesta en escena se enriquece con la música original de Antonio Tarragó Ros, el diseño lumínico de Adrián Grimozzi y la escenografía meticulosamente elaborada por Gonzalo Córdoba Estevez, elementos que fortalecen y realzan la narrativa de la obra.

Paula reflexiona: “Hacía mucho tiempo que teníamos deseos de explorar nuestro parecido físico en escena al servicio de un lenguaje poético. Ese deseo estuvo en primer plano en todo momento durante la escritura. Luego, en la etapa de ensayos seguimos descubriendo cuál sería la mejor manera de ir alternando la interpretación de Amelia. En algunos momentos es un recurso de edición, donde una escena se pisa con la otra que interpreta ‘la otra’ Amelia, mientras que en otros momentos el recurso está al servicio de teatralizar lo que una piensa y la otra dice o el reencuentro con uno mismo llegando al final cuando las dos Amelias dialogan entre ellas.”

En lo referente a la escenografía, el escenario está concebido como un espacio dinámico y adaptable a través del mobiliario, el atrezzo y los recursos plásticos para representar incluso al mismísimo río, creando una sensación de movimiento que, como el fluir del agua, representa el paso del tiempo y la sucesión de locaciones. El escenario es más que un espacio físico; es un lugar de memoria donde el tiempo se detiene y los silencios se vuelven fundamentales. “El mayor desafío fue dirigir y actuar sin que hubiese una ‘trilliza nuestra’ afuera de la obra abocada sólo a dirigir. Actuar sin dirigir desde adentro en las funciones… Que no haya siempre una parte nuestra que esté atenta a las luces, a la técnica, a los temas de Dirección.”, agrega Paula. En definitiva, cada escena invita al espectador a vivir en el presente mientras revive los ecos de un pasado cargado de significados. Este detenerse en el tiempo no solo es una pausa contemplativa, sino una oportunidad para reflexionar sobre los lazos familiares y el impacto del entorno en nuestras historias, una bella y potente oportunidad para que cada espectador vuelva al reflejo de su imagen en el río personal de cada historia de vida.

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