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Estampas Zapatistas, en Tlaltizapán: teatro vivo, colectivo y transformador

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Un acercamiento al arte como vehículo de memoria

La obra de Chabaud dirigida por Castillo en Morelos. Foto: Cortesía.

La puesta en escena de Estampas Zapatistas dirigida por Marisol Castillo, presentada en Tlaltizapán, Morelos el pasado viernes 11 de abril, fue mucho más que una función teatral: fue una experiencia comunitaria, un acercamiento al arte como vehículo de memoria, identidad y transformación social. Gestada desde lo local —la Compañía Mulato Teatro tiene su sede en Ticumán, Morelos— su alcance y profundidad se sostiene con un nivel de profesionalismo que se percibía desde el montaje hasta la interacción con el público.

El elenco de Mulato Teatro está conformado por habitantes del pueblo de Ticumán y sus alrededores, y esta raíz territorial no es solo un detalle menor: es la esencia del proyecto. Ver a quienes habitan el territorio, narrar su propia historia —o más bien, sus múltiples historias— en un proceso de arte escénico, es un
acto de empoderamiento y resistencia.

La obra se presentó en un formato circular, con escenas distribuidas alrededor del público, invitándonos a seguir las diversas estampas. Este recurso generó una atmósfera dinámica y participativa que mantuvo a las y los asistentes atentos. La música en vivo enriqueció la puesta en escena, envolviéndonos con los corridos revolucionarios de Zapata, formando así una parte integral del relato.

En cuanto al relato mismo, Estampas Zapatistas desde su multiplicidad de escenas construye una historia íntegra, presentando a Emiliano Zapata no como un héroe intocable, sino como un ser humano con contradicciones, dudas y decisiones complejas. Pero no solo eso, la obra, escrita por el dramaturgo Jaime Chabaud, también rinde un merecido homenaje a las mujeres que jugaron un rol decisivo en la lucha por la justicia, visibilizando sus aportes y la fuerza de estas revolucionarias mujeres, muchas veces silenciadas por los relatos oficiales.

El elenco, conformado por personas de distintas edades, logró sostener la obra con gran energía, haciéndose notar el trabajo actoral y el compromiso con cada personaje, mostrando cómo el teatro comunitario puede reunir diversos talentos para contar una historia común con fuerza y verdad. Pero el impacto de Estampas Zapatistas va más allá del escenario. No se trata solo de actuar un papel sobre el escenario, sino de un proceso personal y colectivo que acciona un verdadero cambio en la vida de los actores y actrices.

Finalmente, el público, en quien resonó el último eco de esta experiencia, acompañó la obra con una calidez constante, que incluyó incluso una sabrosa merienda compartida con la compañía. Este gesto reafirma la potencia del teatro comunitario, donde la relación entre artistas y espectadores trasciende la cuarta pared y nos recuerda que el legado de Zapata y su lucha sigue vivo en nuestro territorio.

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