Del 1 al 15 de noviembre
Creado en 2011 con la finalidad de mostrar al público las expresiones artísticas de los trabajadores del Teatro Nacional Cervantes, (https://www.teatrocervantes.gob.ar/) inicia este 2024 su séptima edición el ciclo El Cervantes en el Cervantes, en el que participan artistas especializados y formados en las más diversas disciplinas dentro del coliseo argentino, del 1 de noviembre al 15 de diciembre de 2024.
El ciclo despliega piezas teatrales, muestras de plástica y fotografía, conciertos, conversaciones sobre praxis escénica, entre otras expresiones, con entradas gratuitas.
El propósito, refieren difusores del recinto, “es poner a disposición de nuestra gente un espacio dentro de su programación para facilitar el conocimiento público de sus propuestas creativas y poner en valor las capacidades expresivas de quienes trabajan en el TNC”.
Actualmente el Teatro Nacional Cervantes es dirigido desde diciembre de 2023, por el dramaturgo, novelista, ensayista, compositor, director teatral y guionista Gonzalo Demaría y Cristian Scotto, subdirector. Scotton fue fundador y coordinó el Centro Cultural La Casona Iluminada y, desde 2013 hasta diciembre, asesor en artes escénicas de la Bienal Arte Joven Buenos Aires. Por otro lado, en 2014, creó junto a Monina Bonelli el Festival de Obras Cortas Teatro Bombón y formó parte del departamento de contenidos del Centro Cultural Recoleta.
Busca la programación de El Cervantes en el Cervantes en:
https://www.teatrocervantes.gob.ar/obra/el-cervantes-en-el-cervantes/
Breve historia del TNC
El Teatro Nacional Cervantes, fue inaugurado en 1921. La actriz española María Guerrero y su esposo Fernando Díaz de Mendoza, empeñaron voluntad, energía y fortuna para concretar el proyecto de construir en Buenos Aires el inmueble.
María Guerrero, actriz, directora de escena, maestra de artistas y musa inspiradora de los dramaturgos de su tiempo, llegó por primera vez a Buenos Aires en 1897, encabezando la compañía que dirigía con su esposo.
En 1918, los diarios anunciaron la construcción del teatro de los esposos Guerrero-Díaz de Mendoza en el terreno de la esquina de Libertad y Córdoba de Buenos Aíres. Pero los altos costos de mantenimiento y la impericia de Fernando Díaz de Mendoza en el manejo administrativo derivaron en un fuerte endeudamiento. En 1926, cuando la deuda alcanzó una suma millonaria, los agobiados esposos propietarios del Cervantes sintieron que no tenían más alternativa que rematar el edificio en subasta pública.
Entre los amigos dilectos de María y Fernando destacaba el autor argentino Enrique García Velloso. Se conocieron en 1897 y construyeron desde entonces una sólida amistad. Fue precisamente la intervención de García Velloso lo que permitió que el Teatro Cervantes pasara a ser patrimonio nacional. La construcción y ornamentación del Cervantes demandó cerca de setecientas personas entre operarios y artistas, pero todo fue ideado, corregido y también modificado mediante la constante y sagaz vigilancia de María Guerrero. La obra fue cobrando forma hasta que el 5 de septiembre de 1921 se inauguró con gran pompa y con la señora Guerrero interpretando La dama boba de Lope de Vega.
Por decreto de julio de 1924, el entonces presidente de la República Marcelo Torcuato de Alvear creó el Conservatorio Nacional de Música y Declamación. Al año siguiente, la Comisión Nacional de Bellas Artes estudió la forma de dar al país un teatro oficial que fuera también el escenario lógico de los futuros alumnos del Conservatorio.
Para cristalizar el proyecto, García Velloso, en su carácter de vicedirector del Conservatorio y consejero del citado organismo, planteó la posibilidad de lograr de inmediato el edificio para el teatro oficial, revelando la situación económica que atravesaban los propietarios del Cervantes: ” Todos ustedes conocen esta soberbia casa de arte y todos están al cabo de las desventuras financieras que, desde antes de su terminación, pesaron sobre sus ilustres iniciadores y propietarios”, argumentó García Velloso.“El Teatro Cervantes está perdido para ellos. De un momento a otro se producirá el ‘crack’ definitivo, y pensando dolorosamente que el magnífico teatro pase a manos mercenarias, aconsejo al gobierno nacional su rápida adquisición y su entrega a la Comisión de Bellas Artes”. Sus fundamentos entusiasmaron al presidente Alvear, quien dispuso que el Banco de la Nación adquiriese el teatro de María Guerrero.
En 1933 se dispuso por ley la creación del Teatro Nacional de la Comedia y se destinó para su funcionamiento el Teatro Cervantes, bajo la autoridad de la Comisión Nacional de Cultura creada, a su vez, por la misma ley. Pasarían dos años, sin embargo, hasta que el objetivo se concretara. En efecto, siendo Matías Sánchez Sorondo presidente de la Comisión Nacional de Cultura, se le encomendó al actor y director Antonio Cunill Cabanellas la organización y dirección de la Comedia.
La designación de Cunill Cabanellas constituyó sin duda, la piedra fundamental de uno de los mayores acontecimientos de la historia del Teatro Nacional, fundó el actual Instituto Nacional de Estudios de Teatro. Inauguró un Museo de teatro en el ala derecha del hall de ingreso al Cervantes, y sentó las bases del Archivo Teatral y de la Biblioteca del Instituto.
En 1941 Cunill Cabanellas renunció a la Comedia Nacional. Una Comisión Asesora del Teatro Cervantes, creada por la comisión Nacional de Cultura a cargo en aquel entonces de Gustavo Martínez Zuviría, más que asesorar pretendía convertirse en controladora de la gestión. Los fulgores de la Comedia continuaron por un tiempo bajo sucesivas direcciones que cerraron un quinquenio de oro en la trayectoria del espectáculo teatral argentino.
José María Fernández Unsain, se encuentra entre los sucesivos directores que tuvo el recinto hasta 1955, un año después de que en diciembre de 1954 el Poder ejecutivo suprimió por decreto la Comisión Nacional de Cultura que presidía Cátulo Castillo.
El 14 de agosto de 1956, el ministro de Educación y Justicia de la Nación Dr. Carlos Adrogué anunció la creación de la Comedia Argentina que comenzaría a funcionar en la sala del Teatro Cervantes. La nueva institución no se limitaría a ser un mero elenco oficial. Por el contrario, aspiraba a la renovación de la literatura dramática y al arte escénico en general. Esta nueva etapa lo tendría a Orestes Caviglia como director del Teatro Nacional Cervantes.
El 5 de octubre de 1956 se ofreció el primer estreno con la dirección de Orestes Caviglia. La obra fue Facundo en la ciudadela del gran poeta argentino Vicente Barbieri. Durante su gestión, que se prolongó hasta 1960, Orestes Caviglia llegó a concretar la formación de una compañía homogénea y la difusión de un calificado repertorio. Después, la Dirección de Cultura nombró como nuevo director del Teatro Cervantes a Narciso Ibáñez Menta. Se creó asimismo un consejo directivo que tomó el compromiso de realizar una reestructuración general del Teatro Nacional Cervantes.
Ibáñez Menta anunció la organización de giras por el interior del país por cuenta de un segundo elenco estable. Durante ese año, el Cervantes recibió la visita de calificados elencos extranjeros e inició la temporada 1961 con El burlador de Sevilla de Tirso de Molina. El 9 de junio, el público de Buenos Aires tuvo el privilegio de aplaudir a la compañía Théatre Francaise encabezada por Madelaine Renaud y Jean Louis Barrault. A la mañana siguiente, ocurrió lo que fue calificado como una catástrofe nacional: el fuego devoró las instalaciones del Cervantes. Durante el tiempo en que se prolongó la reconstrucción del Teatro, la Comedia Argentina realizó sus representaciones en el teatro Municipal General San Martín, en la sala Regina de la Casa del Teatro, y en el teatro Argentino.
La reconstrucción del teatro. El incendio del sábado 10 de agosto de 1961 destruyó gran parte de las instalaciones del Teatro Cervantes. Si bien la pérdida no fue total gracias a la intervención del secretario técnico Víctor Roo, quien rápidamente accionó el telón de seguridad, los daños fueron muy grandes. La pérdida material se estimó en aquel momento en unos cincuenta millones de pesos. El ministerio de Educación y Justicia aprobó entonces la reconstrucción y remodelación del teatro. Los trabajos se desarrollaron en una superficie de más de diez mil metros cuadrados e incluyeron además, la construcción de un edificio sobre la avenida Córdoba en un solo block de 17 pisos (3 subsuelos, planta baja y 13 pisos altos) en el que quedaron incorporados el nuevo escenario de mayores dimensiones y altura que el original, fosos, parrillas, talleres, salas de ensayo, camarines, depósitos y oficinas para la administración.
Por otra parte, fue totalmente reconstruido el telón de boca, en base a fotografías y restos recuperados de entre los escombros de la sala.
La reapertura. El Teatro Cervantes se reabrió en 1968. A partir de ese momento y por casi un período de casi tres décadas, las temporadas tuvieron una producción teatral heterogénea. Por cierto, no quedó excluido de los vaivenes políticos del país y sintió, obviamente, el peso de las dictaduras. Sin embargo, directores y elencos prestigiosos se impusieron en sus escenarios a pesar de los obstáculos. La programación privilegió a los autores nacionales pero incluyó obras del repertorio universal.El 1° de enero de 1997, siendo por ese entonces director del Cervantes el dramaturgo Osvaldo Dragún, fue otorgada por decreto la autarquía al teatro. Comenzó a regir el 1° de enero de 1997. Fue este un logro o reivindicación largamente anhelado, por el que gente de la cultura había luchado mucho tiempo, especialmente en los últimos años a través de la Asociación Argentina de Actores. Las voces y reclamos de la gente de la cultura hallaron respuesta mediante la sanción de una Ley de Teatro que el país merecía y para que, finalmente, se aliviara al Cervantes de tantos aspectos burocráticos de la administración pública. Si bien el Cervantes sigue dependiendo de la Presidencia de la Nación, a través de la Secretaría de Cultura, a partir de 1997 goza de mayor independencia para administrar sus recursos y por supuesto, para definir los criterios artísticos a seguir.
El 14 de junio de 1999, el teatro y el mundo de la cultura todo se conmovió ante la noticia de la muerte de Osvaldo Dragún. En su homenaje y por cierto, en reconocimiento a su extensa trayectoria, el Salón Azul, ubicado junto al foyer del Cervantes, lleva hoy su nombre. con información de www.teatrocervantes.gob.ar/el-teatro/