Carreño, “la mano que mece la cuna” detrás de un renovado Calderón de la Barca

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El gran teatro del mundo, los fines de semana en el CCU

Andrés Carreño. Foto Teatro UNAM

El director escénico Andrés Carreño es hijo del cabaret. Primero de Jesusa Rodríguez y de Tito Vasconcelos. Luego tuvo dos hijos que han crecido ya: Cabaret Misterio, para adultos y Capitán Misterio, cabaret para niños y niñas, ámbito éste último, en el que es pionero en México (no sabemos si en alguna otra parte del mundo también, aunque fue reconocido con mención honorífica en el certamen Barroco Infantil del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro 2016, en España, por su famosa obra: ¿Qué con Quique Quinto?). 

Profesional en serio en busca del humor

La voz de Andrés a través del celular es la de un personaje, aunque sabemos que es el director escénico elegido para asumir el reto de dirigir el Carro de Comedias, de Teatro UNAM, en su 29 edición, para llevar a diversas plazas y escenarios de calle de este país mágico y misterioso a un grupo de actores y actrices recién profesionalizados en el arte teatral, con una obra que dentro de poco llegará a los cuatrocientos años: El Gran teatro del Mundo de Calderón de la Barca, que por si fuera poco es un auto sacramental, o sease que fue creada  para feligreses de aquellos años, género que a Carrillo se le ocurrió -es masoquista-, adaptar a farsa cómica, además, en verso.

¿Cómo cocinaste esta adaptación?

AC: Todavía me lo pregunto (risas). Al principio no sabía en lo que me metía. Pensé que sería de alguna manera más sencillo, sin embargo para bien, Calderón hizo una estructura infalible, por eso es clásico dentro de los clásicos. Todo lo que pone en su obra tiene una lógica y una metáfora perfecta. Para el autor de La vida es sueño,   

una de las respuestas a ¿qué es la vida? o ¿cuál es el objetivo de la vida?, según mi lectura, nos dice que si obras bien irás al mundo de los cielos, eso es muy loable, es su respuesta y para las intenciones con las que Calderón lo escribió, así está perfecto. Bueno, pues ahora viene un cuestionamiento en el que las religiones han sido desplazadas por el couching o por psicólogos de Tik Tok, que leen un libro y de ahí ya te desprenden algún apunte. Y bueno, es una de las primeras respuestas donde empiezo a hacer el cruce. Estas figuras que nos muestra Calderón como la religión, que él llama discreción, la belleza, el rico y el pobre, el labrador que es el trabajador, siguen vigentes… 

El cruce lo hiciste entonces en lo que sería nuestro “cielo” ahora, a lo que supuestamente  aspiramos… 

AC: ¡Exacto! es decir, qué padre que exista una promesa futura, sea de lo que sea, pero también es engañoso decir: tú aguanta, chíngale duro, ya después vendrá la recompensa, que es el “ponte la camiseta” y “tendrás éxito”, serás recompensado. Y la clase trabajadora sigue y sigue trabajando y nomás no les dan eso. Cuando a nosotros nos urge que esa mejor vida sea ahora y no una promesa siempre a futuro.  

¿Qué oportunidad le brinda el Carro de Comedias a los nuevos actores y actrices?

AC: Pues algo que es insólito es que van a tener 120 funciones, eso para empezar, porque nuestras temporadas -se refiere a él, otros y otras personas del medio teatral mexicano-, a veces son de una función y cuando mejor nos va de 12 funciones. 

Van a tener un texto y un proyecto para investigarlo a profundidad, como pocas veces ya se hace, y bueno hacer teatro de calle…Yo me críe -profesionalmente hablando, claro-, en bares y en lugares poco “teatrales”, también también he hecho teatro para niñas y niños, me fuí al mercado, a la parada del camión, y eso te da importantes herramientas, que si permaneces en el teatro nada más no tendrías; observar al público, mirarlo de frente, entender cuándo lo que propones tal vez no haga click, porque quizá no estuviste en el lugar en el que necesitaban escuchar eso. Además uno va hacia un potencial público y no es la gente yendo al recinto, porque hay que recordar que el carro es móvil. 

Uno de los actores, Marlon Perzabal, decía que él se dedicó al teatro justo porque a Tehuacán, Puebla, llegó una obra de la Ciudad de México, y entonces decidió “eso es lo que yo quiero hacer”. Y el Carro de Comedias seguirá propiciando ser la primera vez del teatro de alguien. Eso es muy significativo para el elenco. 

Y bueno parece obvio, pero hay que recordar que no hay amplificación, no hay micrófonos, no hay uso de energía eléctrica, todo es a puro pulmón y apoyo de voz, a rayo de sol, todas las convenciones son a vista. Todo eso les requiere una tensión completa en la hora y cuarto que dura la obra. Al mismo tiempo que actúan están haciendo música porque ellas y ellos son quienes hacen la música de toda la obra o están corriendo por debajo para ayudarle al otro a abrir una puerta, y !ponen y quitan el carro¡

Marlon Perzabal, actor de Tehuacán, Puebla egresado del CUT.

Y tú en todo el modo maestro…

AC: Sí. Platicaba con Juan Meliá, director de Teatro UNAM, que el Carro tiene estas dos vertientes que se unifican, funciona como el primer proyecto profesional de estas chicas y chicos, aunque hayan realizado algún trabajo por ahí, pero es un acompañamiento de profesionalización, que tiene su parte pedagógica, no sólo de la técnica teatral, que siempre todo el tiempo todas y todos tenemos que perfeccionar, sino también de qué hacer en el mundo llamado profesional.

¿Ya conocieron las plazas o las comunidades a las que van a llegar? ¿ya pudieron medir qué les espera?

AC: Como va arrancando, van poniendo por cada mes la programación, y obviamente lo que quisieron es ponerles poco a poco funciones para que vayan agarrando condición pero, ya empiezan a ir a facultades y a los CCH, participan en el Festival del Libro y la Rosa (que por cierto se realizará del 25 al 27 de abril, con el tema Exilio, memorias y reencuentros en el CCU de la UNAM), y ya pronto irán a Puebla, Querétaro, creo que hasta a Ciudad Juárez. Como el Carro viaja, siempre hay que estar al pendiente de los pormenores, por ejemplo si se trata de un estado más lejano. 

En este proceso de itinerancia, desechamos cosas que nos hubiera gustado tener en un teatro, pero para que su energía estuviera enfocada a la cuestión escénica. 

Algo interesante es que el Carro debe tener seis participantes: tres hombres y tres mujeres, ni una más ni uno menos, y con ese número de personas es con el que hay que hacer el rompecabezas de quién hace qué personaje. Si yo hubiera tenido dos intérpretes más, la obra la hubiera resuelto de otra manera, pero lo interesante es que funciona como compañía antigua:  estos somos y hay que contar esta historia, para lo cual  tenemos estos frijolitos, a ver cómo le hacemos y pues ¡órale! Y a mí me gustan esos retos. 

No hay respuestas únicas, sobre todo en teatro, y eso es algo que un camaleón en busca de la democracia arriba y abajo del escenario como Andrés, sabe. Detrás de su nombre hay un activista en contra del machismo, a favor del humor y la paz. 

No es un luchador enmascarado, pero le gusta pensar que debemos “enfrentar los problemas y que la unión por el bien común es una de las soluciones en esta sociedad”, ha dicho. 

Sobre su trabajo de cabaret y proyectos que tienen que ver con la televisión y el mundo editorial, entre otros temas, hablaremos con Andrés más adelante.  Por lo pronto ve a ver El gran teatro del mundo, de Calderón de la Barca, en esta versión de Carreño y Teatro UNAM. Se presentará hasta el 29 de junio, los sábados y domingos a las 11 horas, en la explanada de la fuente del Centro Cultural Universitario. La entrada es gratuita.

 

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