A través de la historia de los pueblos de América, como en el viejo continente, la imagen del anciano era como el sabio que ocupaba un lugar preponderante en la sociedad y fungía como transmisor de experiencia y sabiduría. Esa práctica ha sido plasmada en diferentes obras artísticas, en relatos que forman parte de la tradición oral de los pueblos indígenas, antiguos y contemporáneos.
Escrito por: Selene Galper
El anciano era considerado como parte del sector más importante de la sociedad porque a ellos se acudía para recibir consejo, apoyo emocional y asistencia en cuestiones políticas o administrativas. Había un poder inherente en él, considerado capaz de adivinar el futuro y encabezar ceremonias y rituales, además de ser guía en las siembras para una mejor cosecha. En la sociedad moderna ese papel ha sido reducido a un segundo plano debido a la irrupción de la tecnología que vino a sustituir el lugar privilegiado que antes ocupaba.
“Geronte”, el adulto mayor retratado en la obra de Pedro Pablo de Antuñano, llevada al magnifico escenario del teatro Victoria de la Ciudad de Durango por la actriz y directora de teatro Claudia Goytia, nos invita entre risas, anécdotas y un poco de sarcasmo a reflexionar sobre el destino de cuatro personajes entrañables que encarnan los problemas que afrontan los ancianos en la vida cotidiana. Una obra con “carisma y soltura” como la describe Claudia Goytia quien identifica a un público receptivo al código que se maneja ya que en los personajes podemos ver reflejados a los ancianos que forman parte de nuestra familia y entorno.
Esta obra fue incluida en la temporada de exhibición del teatro Victoria organizado por el Instituto de Cultura del Estado de Durango y recientemente en el programa del Festival Internacional Ricardo Castro. Cuenta con las actuaciones de: Lourdes Castillo, Fátima Stenner, Victor Hugo Galván y Roberto Castrellón.
Los adultos mayores contribuyen al desarrollo y bienestar de la familia y la sociedad más allá de los prejuicios que los vinculan a un concepto improductivo y demandante limitándolos muchas veces a ser considerados una carga social. Procuren recordar la sapiencia del Geronte, ya lo dijo el gran José Saramago:
«¿Cuántos años tengo? ¡Qué importa eso!
¡Tengo la edad que quiero y siento!
La edad en que puedo gritar sin miedo lo que pienso.
Hacer lo que deseo sin miedo al fracaso o lo desconocido…
Pues tengo la experiencia de los años vividos y la fuerza de la convicción de mis deseos»
José Saramago