Mensaje del director del IMSS, durante la Firma del Convenio marco de colaboración con Secretaría de Cultura, el Día Mundial del Teatro

Ciudad de México, jueves 27 de marzo de 2025.- Muchas gracias y muy buenos días tengan todas y todos.
Querida secretaria, muchas gracias por todo tu esfuerzo, todo tu empeño para que llegáramos a esta ocasión desde lo que estuvimos trabajando y que vamos a presentar el día de hoy.
También un gusto saludar a la licenciada Alejandra de la Paz Nájera, directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes; a todas y a todos quienes están aquí.
Déjenme iniciar el día de hoy trayendo a la memoria una lectura que seguramente muchas y muchos de ustedes conocen y se trata de esta obra, de 1949, de Joseph Campbell: El Viaje del Héroe, en donde plantea el tema del “monomito”, esta idea de que en muchas religiones, leyendas, mitos, pero también en el teatro y en el cine también, hay una estructura narrativa que coincide y que se repite incesantemente.
Que es en el Edipo Rey, en Hamlet, en Fausto, quizá en La hija de Rappacini, aquí en México La Rebelión de los Colgados, de Bruno Traven, pero también en el caso del cine ocurre de manera recurrente en Amores perros, en Roma, en Macario. Y tiene que ver con esta idea de que El Viaje del Héroe se divide siempre en 3 etapas, en 3 grandes momentos y en 12 escalas, en 12 actos, fundamentales.
La estructura empieza siempre con un mundo ordinario, se inicia en el primer lugar con el héroe en su vida cotidiana, después viene un llamado a la aventura, algo que rompe la rutina, que lo invita al cambio, un rechazo a ese llamado, la duda que siempre está presente y después el encuentro con un mentor, una figura, una lectura, algo que le imprime sabiduría y lo anima a arrancar el viaje con esa guía.
Un cruce del umbral, el héroe que deja el mundo conocido y entra en lo desconocido y toda la segunda parte ocurre en el mundo especial, empieza por encontrarse con diferentes pruebas, dificultades, desafíos, se hace de aliados, se hace enemigos también.
Luego hay un acercamiento, una cueva, la más profunda, se prepara para el gran reto, la gran prueba y la enfrenta en un desafío extremo, generalmente hay una muerte simbólica y después una recompensa, un elixir que se obtiene a través de la figura del conocimiento, el poder o incluso un objeto valioso.
Y después viene el camino de regreso al mundo ordinario. Nunca está exento de dificultades ese regreso y luego una prueba final que lo transforma por completo y el retorno con algo que beneficie a todos los demás.
Hago esta introducción para invitarlos a que pensemos en cómo la historia del teatro en el IMSS, pareciera que tiene esta estructura del Héroe de mil rostros, de Campbell, porque también el teatro en el IMSS surgió en algún momento y murió en algún momento.
Murió como se le llegó a conocer, continuó, evolucionó e intentó con esto plantear el nuevo momento que estamos intentando hacer, ahora con la Secretaría de Cultura.
El acto primero sería este llamado a la aventura, el nacimiento del escenario IMSS en 1959, 1960. Imaginemos cómo sería la escena inicial: Un México en plena expansión de sus instituciones, la economía, del desarrollo estabilizador, la presencia del Estado ocupando lo que el mercado jamás alcanza ni le interesa tocar.
En el fondo se proyecta la silueta de hospitales, fábricas, escuelas, universidades, la revolución que está dando sus primeros frutos y el país en pleno creciendo.
El narrador de esta historia quizá diría: Era una época de crecimiento. El Estado Mexicano apostaba por un país moderno, saludable y con cultura.
La escenografía, un archivo abierto, una maqueta del México moderno, planos del IMSS; telones rojos que emergían.
Y los principales actores en esa obra serían: el director del IMSS, Benito Coquet, acompañado de actores como Ignacio Retes, Julio Prieto, por supuesto habrían trabajadores afiliados al Seguro Social, constructores, tramoyistas, arquitectos, la voz del pueblo.
Y en una de las primeras escenas ahí, Coquet a punto de impulsar un ambicioso proyecto y llevar teatro a los trabajadores del país.
El ambiente de 1959, quizá un viejo radio donde suena Sabor a mí, interpretada por Los Panchos y en algunos lugares de la Ciudad de México, quizá allá en Reforma 476, Benito Coquet hablando con Ignacio Retes, invitándolo a fundar el Departamento de Teatro del IMSS.
Coquet le dice a Retes: Iimagina lo que pronto vamos a anunciar. El Instituto Mexicano del Seguro Social ya no solo cuida de la salud física. En un acto casi revolucionario decide también sanar el alma.
Se propone construir teatros en todo el país, funcionales, modernos, accesibles y serán los nuevos teatros del Seguro Social y para construirlos invitan a arquitectos de la talla de Pedro Ramírez Vázquez, de Carlos Obregón Santacicilia; el lema, una cultura para todos.
Entonces viene el encuentro con el mentor. Coquet, quizá paseándose entre planos de clínicas, y Retes dialogando con él: Vamos a hacer teatro muy bien presentado, muy bien ensayado, con los mejores actores de México, con producciones muy bien acabadas, con obras reconocidas, con obras que no le andan tentaleando, y que ni sean cuestionables.
El momento final del primer acto. Una voz de una actriz diciendo: Y así, con una idea la historia comenzó.
Hay un cruce del umbral: El sueño que se convierte en aplausos entre 1960 y 1977. Imaginar estas ideas no era sencillo, pero era más fácil decirlas y soñarlas que hacerlas realidad. Desde algún escritorio improvisado, ahí nació el sistema teatral más grande de toda América Latina, como lo ha narrado varias veces Julio Prieto, en una covacha. Donde inició todo este proceso.
La escena en el Teatro Xola. Al centro, una mesa vieja con papeles, tazas de café, una máquina de escribir, una lámpara colgante que apenas ilumina y en el fondo, un telón polvoriento. Y se escucha el eco de trabajadores martillando, como si aún se estuviera construyendo el teatro.
El desarrollo del segundo acto: La actividad teatral se incluye en el amplio proyecto de prestaciones sociales del IMSS, empieza a materializarse. Con la asistencia de una secretaria y un jefe de producción, Ignacio Retes comienza la tarea de emprenderla junto a Julio Prieto, quien le haría de escenógrafo, gerente y administrador de lo que se conoció como el Patronato para la Operación de Teatros del IMSS.
Y el momento cumbre, el jueves 19 de mayo de 1960 cuando se abren por primera vez las puertas del Teatro Xola, se levanta el telón para presentar Marco Polo, de Eugene O´Neill, traducida por Eugenio Guerrero, dirigida por Retes, con escenografía y vestuario a cargo del propio Julio Prieto.
Y así comienza la operación del proyecto más importante en materia teatral de toda la historia del país y de toda la historia de la seguridad social del continente.
La escena continua y en poco años empiezan a destacar, el teatro Tepeyac, Legaria, el Teatro de la Unidad Independencia, el Teatro Morelos, el Hidalgo, el Cuauhtémoc, todos construidos entre 1959 y 1963, en cuatro años nada más.
Ahí se crea este vínculo entre la salud y la cultura que se suma a la definición de la arquitectura distintiva del IMSS: Incorporar elementos pictóricos y escultóricos inspirados en el México prehispánico.
Y empiezan a proliferar una red nacional de teatros por todo el país, muchos de ellos al aire libre, ahí están todavía en La Paz, el Izúcar de Matamoros, en Tepeji del Río, en Culiacán, en Taxco, en Córdoba, en Gómez Palacio, allá en Durango.
Se escucha a alguien decir que los Centros de Seguridad Social del IMSS por todo el país se comienzan a volver en espacios del desarrollo cultural.
Los actores más destacados de la época hacían fila para incorporarse a los teatros del IMSS: Ofelia Guilmáin, Ignacio López Tarso, Jacqueline Andere, Patricia Morán, Antonio Medellín, Mercedes Pascual; Cyrano de Bergerac, Moby Dick, Fuenteovejuna, Anfitrión 38, Juan Pérez Jolote, Teseo, Espartaco, La tempestad, Otelo y muchas obras más empiezan a presentar.
Y el momento final del acto: Luces cálidas. La voz de una actriz que dice: Y así, el telón se alzó, no sólo en la capital, sino en Zacatecas, en Juárez, en Veracruz, en Aguascalientes. Todos, con el Seguro Social en todas partes.
Vino entonces la prueba suprema, el momento en el que cayó el telón para este tipo de teatro en el IMSS. Polvo en las butacas. Carteles desgastados. Luces que ya no se prenden.
Cuando la política cambia, el telón no baja: cae.
La Escenografía: Un teatro en ruinas, butacas cubiertas de sábanas grises, telón rasgado, posters de obras anteriores descoloridos. Un escritorio abandonado con papeles amarillentos. Luz tenue, que apenas genera una penumbra. Y en el fondo, una proyección borrosa de lo que alguna vez fue: actores, giras, aplausos.
Primeros actores y primeras actrices, veteranos que representaban a quienes vivieron el auge, funcionario tecnócrata que empiezan a pensar, incluso a vender, vender los teatros del IMSS. Coros de voces que se preguntan ¿Qué pasó? Y ecos del pasado: trabajadores, espectadores, artistas, ahora olvidados.
Y empieza entonces el teatro del neoliberalismo, los teatros vistos solamente como una fuente de ingresos. Y sí hay teatro pero no es el mismo teatro con el que se soñó en el IMSS.
Empiezan los recortes presupuestales, los teatros institucionales pierden su centralidad, la lógica tecnócrata, los cambios en la política cultural y el desinterés también de otras administraciones convierten al teatro en un gasto prescindible. Una voz dice, el teatro en el IMSS no es negocio.
Lo que alguna vez fue un proyecto nacional de cultura para los trabajadores, queda reducido a esfuerzos aislados, resistencia silenciosa y olvido administrativo. Aunque el telón cae, las voces afortunadamente siguieron vidas.
Las compañías se disuelven pero algunos actores veteranos resisten en espacios marginales, los escenarios son usados para eventos institucionales y para la venta de Avon, pero poco arte otra vez en los teatros.
Sin embargo, en pequeñas unidades médicas, en centros culturales del IMSS, aún quedan funciones aisladas impulsadas por quienes se niegan a dejar morir el proyecto.
El momento final del acto: un actor está solo en el escenario, vestido con un saco a antiguo, enciende una lámpara de camerino, mira el teatro vacío y cuenta: A veces yo ensayaba aquí aunque ya no hubiera funciones y les hablaba a las butacas por costumbre o por cariño, ya no sé si era locura o pura memoria.
El actor mira el escenario, apaga la lámpara y todo es oscuridad. Y ahí es donde quiero identificar el camino de regreso a casa; hubo quienes nunca se fueron, ensayaron en la sombra y guardaron los libretos para regresar.
De un lado se puede ver un teatro vacío en penumbra, en el centro una silla frente al escenario.
En 2019 el teatro institucional del IMSS en Reforma, el Calleja se recupera con el montaje de la obra Felipe Ángeles y la alfombra roja vuelve a relucir y Helena Garro vuelve a estar en escena.
Luego, en 2020 se firma un convenio marco entre el IMSS y la Secretaría de Cultura con vigencia sexenal que estableces bases sólidas para reactivar el movimiento escénico-institucional. Viene la pandemia y todo tuvo que parar, pero no el ánimo nunca el espíritu.
Por eso hoy, estamos aquí como decía la secretaria de Cultura, me siento en una obra de teatro y este es el convenio marco IMSS-INBAL con la secretaría de Cultura, para que poco a poco las luces del escenario se enciendan y un grupo de jóvenes artistas entre nuevamente en silencio y observen el espacio, toquen el telón como si se preguntaran si pueden volver.
Nunca volverán a tener que pedir permiso, los teatros del IMSS volverán a ser de ellas, de ellos y sobre todo del público.
Hoy quiero este tomo que llegó a mis manos de la forma más particular, el domingo Álvaro Velarca caminaba por Reforma y en un hall de libros viejos se lo encontró, es el anuario de 1060, hasta 1963 de todas las obras de teatro que se presentaron en el IMSS. Ahí aparece una nota preliminar escrita como era en aquel momento por José de Oropeza, nada más.
Y ahí dice: No es mi misión introducir a esta obra a la atención del lector, sino de explicar cuáles son los fines que persigue el patronato del IMSS mediante la ejecución de un programa de actividades que por fortuna no es el único en México, pero sí puede señalarse como el más vigoroso que se haya puesto en práctica para mejorar el arte teatral de nuestro país y utilizar a fondo sus valores educativos y culturales.
Y lo más importante para mí fue identificar que no estábamos equivocados, porque dice: El teatro de arte, parece casi ocioso decirlo, no es todavía remunerativo sino en pocas de las grandes ciudades del mundo en donde existen tradiciones teatrales multicentenarias y un público, un tipo de observador que se ha formado en generaciones y generaciones, en la escuela de aquellas tradiciones.
Fuera de ello, el teatro de arte es subsidiado generalmente por el Estado, por organizaciones públicas o privadas inclusive en los círculos de aficionados o bien, por instituciones como el Seguro Social que pueden incluir el fomento de la cultura entre los beneficios que otorgan a sus afiliados y aún extenderlos al público general.
Porque eso es lo que vamos a hacer, mover la función de teatro del IMSS como un acto solamente comercial, sino como un acto subsidiado para volver a presentar a esas grandes obras, esas voces calladas, aquellas obras que se dejaron de presentar o que nunca se han presentado.
Por eso, este convenio que firmamos el día de hoy para lanzar una convocatoria nacional a grupos artísticos y crear un comité evaluador, activar nuestros 25 teatros, pero en esta nueva faceta que es la vuelta al gran teatro del IMSS.
No es poca cosa intentar emular a estas grandes actrices, primeros actores que lo hicieron posible, pero estamos en condiciones de hacerlo porque hoy hay un planteamiento de la presidenta Claudia Sheinbaum muy claro, acceso a la cultura de manera democrática y territorialmente accesible, y esos solamente lo puede la red de teatros del IMSS.
Por eso, gracias secretaria con esto regresamos al origen y será la única ocasión en que promoveremos una fractura media de tibia, o como dicen ustedes, rómpanse una pierna y que nos vaya muy bien.
Muchas gracias y muy buenos días.
