El teatro mexicano en diálogo con el mundo 

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Aristeo Mora de Anda en contacto con los espectadores más allá de la representación

La danza del futuro. Foto: Aristeo Mora.

Una vertiente en las artes escénicas que ha tomado fuerza creciente, privilegia el encuentro, las vivencias compartidas entre los actuantes y público, mediante un trabajo reflexivo en torno de espacios comunes, comunidades y/o problemáticas específicas. En estas experiencias tienen lugar estrategias para construir un diálogo personalizado con los espectadores, con trascendencia más allá de la representación. Por este camino destaca en Jalisco el trabajo de Aristeo Mora de Anda, fundador de la Compañía Opcional, invitada en este 2024 a participar en la Fiesta Escénica de Quito, Fundación Teatro Nacional Sucre, en Ecuador; en el Festival de Aviñón y el Centro Dramático Nacional de España. Además del trabajo desarrollado con su Compañía, Mora es Coordinador de la jefatura Escolar de la Secretaría de Cultura de Jalisco, así como Director de la Escuela y la Licenciatura de Artes de Jalisco.

Para el festival de Teatro en Ecuador son dos las compañías de teatro mexicanas invitadas, como resultado de una curaduría de Gabriela Ponce, directora de la Fundación de Teatros de Ecuador y del Festival mencionado. Teatro Opcional participa con El sonido de la tierra en rotación y Teatro Ojo, con Bucarofagia.

En un encuentro en Colombia organizado por Mapa Teatro, Aristeo Mora conoció a Bertha Díaz, investigadora de la escena con quien has escrito varios trabajos. Por su recomendación formó parte del proyecto Cortar, copiar y pegar organizado por Casa Mitómana, que dirigía en ese momento Gabriela Ponce, a quien volvió a encontrar el año pasado en otro festival en Ecuador. Fue entonces que le propuso realizar en la Fiesta Escénica de Quito, El sonido de la tierra en rotación, como una obra producida directamente para la Fiesta. La obra se presentó el 21, 22 y 23 de junio, con una entusiasta respuesta de los participantes y aceptación de programadores de distintas partes del mundo. En palabras de Mora:

“Para El sonido de la tierra en rotación, convoqué a cinco participantes, con trayectorias como periodistas, urbanistas e historiadoras: Emilio López, Jeanneth Yépez Montúfar, Giulianna Zambrano, Alejandro López e Isadora Ponce. El proyecto lo empezamos a desarrollar en un laboratorio a distancia, en el que impulsé al grupo a mezclar su biografia con la historia de la ciudad, anécdotas sobre el patrimonio, el sistema de transporte, secretos y vertientes de la urbe poco conocidos. Las crónicas son la base para una audioguía y textos disponibles en una plataforma creada especialmente para este proyecto. La guía no sólo consta de texto, sino también de sonidos, acciones performativas que coadyuvan a revelar esos pequeños secretos de la ciudad. Giulianna Zambrano, cronista y actriz de Quito, dio su voz para el audio.”

Mora llegó a la sede del festival unos días antes de las fechas de los recorridos para terminar de armar el programa. La experiencia inició con la inscripción a un grupo de WhatsApp donde Mora, Giulianna Zambrano y Alejandro Mendicuti, empezaron a enviar  a los participantes mensajes, imágenes y materiales preparatorios, en una dramaturgia intimista. Al llegar al encuentro, la convivencia presencial se fue estrechando a lo largo del trayecto, en el que fueron sucediendo incidentes diseñados para incitar a los caminantes a escuchar la ciudad, a poner atención a ciertos sitios de los que habla la crónica. El acompañamiento sonoro, diseñado con la participación Kenji Kishi Leopo, proporcionó un elemento cinemático que terminó en una fiesta. Al dia siguiente por la noche enviaron mensajes al grupo en invitación a recordar algunas cosas de su propia ciudad. La plataforma de WhatsApp permanece abierta. El registro de las crónicas ha quedado en la página virtual. (https://elsonidodelatierraenrotacion.webflow.io) donde se pueden leer los textos o bien bajar la audioguía y hacer el recorrido al gusto. Este teatro, al involucrar a un número reducido de personas, se admiten 20, busca una marginalidad voluntaria. Las personas se conocen, comparten un espacio y el convivio se prolonga más allá de lo que ofrece en un montaje tradicional.

El intercambio más intenso en este formato –comenta Mora– es posterior a la experiencia, cuando se detona la conversación y el público expresa lo que pensó y vivió en el recorrido. Al inicio el contacto se da con cierta distancia y en el curso del tiempo se va intimando más. Las personas propician una relación privada con quienes se sintieron más afines. Como los escritores de los textos son especialistas, el público los consulta. El objetivo es que se generen redes de diálogo mas allá de la obra.

Desde que comenzamos a trabajar en La Compañía Opcional hace casi doce años, nuestros proyectos tienen este componente dialógico. La parte convivial es la más importante. Para el primer proyecto que presenté en México, Encuentros secretos, regalé postales en distintas zonas de Guadalajara, con la invitación a que nos contaran en esas tarjetas expriencias en su propia ciudad, en las que se sintieron extrañas, fuera de lugar. Esas postales conformaron una obra escénica, en la que los participantes subieron a un mapa gigante donde iban leyendo las postales. La gente nos contaba historias y sus deseos para la ciudad. Iba creciendo el mapa con más postales aportadas por más participantes. Acababa con un recorrido en autobús. El transporte nos llevó a recorrer la calle principal, ahora peatonal. El mapa que formábamos era del desarraigo.

Entre las influencias más importantes para Mora está Héctor Bourges, quien fue su profesor de maestría. Si bien Teatro Ojo no es del todo un teatro convivial o relacional únicamente, ancla el trabajo a un espacio. A Mora le entusiasmó descubrir compañías que hacían teatro para sitios especificos. Dejó de interesarse en el teatro producido para giras, que cuenta una historia, exactamente de la misma manera sin importar el cambio de público. Sus influencias se ampliaron a nivel teórico cuando leyó a Reynaldo Laddaga, a Jose Antonio Sánchez, a Óscar Cornago e Ileana Diéguez. No le interesaba una experiencia estética sino un fenomeno convivial en torno de un tema en particular. Las obras que Mora hace no pueden exportarse. Si un festival lo invita es para hacer algo en el espacio donde se va a dar la obra, algo nuevo y específico siempre. su referentes han sido latinoamericanos. Aunque también reconoce la influencia de Rimini Protokoll y otras compañías europeas de ese tipo. Los trabajos de la Compañía Opcional se han presentado, además de México, Ecuador y Colombia, en Argentina, Cuba, Estados Unidos, España, Francia y La República Checa.

A La Compañía Opcional le sigue ahora su participación en el Festival de Aviñón, que surgió de un encuentro de programadores internacionales coordinado por Ilona Goyeneche durante la pasada Muestra Nacional de Teatro. Los invitados además de asistir a la programación oficial desarrollaron actividades paralelas en las que Magda Bizarro, integrante de la Dirección Artística del Festival, conversó con Aristeo Mora y se interesó en su trabajo. Meses después lo invitó a participar en Transmisiones Imposibles, un programa de residencia para 20 jóvenes creadores de Asia, Latinoamérica, Estados Unidos y Francia, dirigido por Mathilde Monier, con el fin de familiarizarles con la escena fancesa y las dinámicas y criterios del Festival de Aviñon. El programa de trabajo está formado por laboratorios, encuentros, charlas y desmontajes que culminarán en un work in progress. El objetivo principal es crear vínculos para producir obras de artistas franceces y de otras partes del mundo. 

Para mí lo más importante de la invitación es abrir la puerta para crear relaciones entre la escena mexicana y la europea. Al ser un encuentro internacional abre la oportunidad de conocer artistas, programadoras y gestoras. La producción de la escena en México es muy compleja. Los fondos privados no están enfocados a la produccion de teatro, a menos que sea a través de Efiartes, que se ha vuelto un programa cada vez más complicado. Además de creador soy gestor. Asistir a este tipo de encuentros no solo me favorece a mí, sino a la comunidad para la que trabajo. Me entusiasma la posibilidad de una coproducción para el Festival de Aviñón, pero más aún conectar a artistas mexicanos con artistas de Asia, Europa y el resto del mundo. Estoy trabajando en un encuentro de varios colectivos, en los que contemplo traer algunos que pueda conocer en este viaje. Ante las condiciones de precarización de los apoyos para el teatro en México, veo como una salida prometedora la cooperación internacional. Aquí no hace falta talento, sino apoyos insititucionales, que podemos suplir con otro tipo de finaciamiento. La residencia en Aviñón es del 7 al 12 de julio, en el marco del Festival en curso en esas fechas.

La tercera invitación es del Centro Dramático Nacional de España (CDNE), para formar parte del una edición del Dramawalker, un programa joven del propio Centro, que consiste en reunir un conjunto de dramaturgos o dramaturgistas para trabajar con un director en un formato relacionado con la radio. Se trata de ficciones sonoras geolocalizadas. Ese proyecto inició con la incidencia en barrios, cárceles, ciudades y comunidades en diferentes partes del mundo. Se han verificado expriencias de Dramawalker en Santiago de Chile y en diversas ciudades de España, además de la cárcel de Alcalá-Meco. Estas propuestas tienen dos salidas, una virtual que es un mapa en la página del Centro Dramático Nacional, que ofrece historias que cuenta la gente que habita el lugar, geolocalizadas en el mapa, que puedes seguir desde un dispositivo; y está la opción presencial que permite descargar los audios y hacer el recorrido en los sitios.

En este proyecto me invitaron a abordar el exilio del franquismo de España a Mexico. Me vinculé con dramaturgos relacionados con el tema. Están Alicia Laguna y Juan Carlos Franco, ambos descendientes de migrantes españoles. También participan María Cecilia Guelfi, con quien tengo una larga relación de trabajo, y dos dramaturgos de la planilla del CDNE, que se suman a la escritura –concluye Mora.

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