
Una fotografía vieja de un par de ancianos, imagen al borde del olvido, será el eje para recuperar la memoria de una comunidad costera desplazada en 28 metros sobre el nivel del mar, puesta teatral de la dramaturga Esmeralda Aragón, quien coloca el acento en lo que, a veces se nos olvida, es importante: la naturaleza, los recuerdos, la familia, la comunidad: la vida.
La obra, aborda temas muy cercanos para mí, y tiene que ver con el contexto en el que me he desarrollado: la ruralidad, la memoria y la resistencia de los pueblos costeros que son desplazados de las playas. Pero también tiene que ver con la vejez, con la importancia que tienen nuestros abuelos dentro de las comunidades y la sabiduría que pueden transmitir a los jóvenes, quienes a veces nos negamos a escuchar. Es una historia donde cohabitan la vida y la muerte, como en todo hogar”, reveló Esmeralda Aragón.
“Inicia con la imagen de una pareja, donde ella está sentada en una silla y él está parado detrás, como una imagen típica istmeña pero invertida, porque es él quien está muerto y viene a revisitar esas memorias, algunas de las cuales duelen y otras están colmadas de risas”, dijo.
Estructurada en ocho escenas, seis de las cuales traerán al escenario la vida en la costa frente al Océano Pacífico, la obra cuenta la historia de una pareja de ancianos: “Hay un juego entre la realidad y la ficción. Es una obra que se empieza a escribir en 2020 y se termina en 2021, en plena pandemia, cuando la muerte nos respiraba en la nuca y vino a recordarnos la vida», agregó.
La dramaturga comenta que también es un manifiesto de resistencia en contra de la privatización de los territorios costeros y del despojo de las tierras comunales, no solo por las cuestiones gubernamentales, sino también por el narcotráfico que alcanza y desplaza a las poblaciones.
“Me parece importante hacer uso del teatro para hablar de estos temas que acontecen en nuestros rincones. Nosotros estamos poniendo la mirada en un lugar muy específico que está situado a 28 metros sobre el nivel del mar: El Coyul, pero también a esa misma distancia están Morro Ayuta, Río Seco, Tapanalá, Santa María, comunidades de la Chontal Baja de Oaxaca, porque, quizá, todavía estamos a tiempo de evitar esa privatización que, al parecer, es innegable. La última vez que visité la playa La Ensenada descubrí que el lugar ya está cercado, lotificado y hay que pedir permiso para entrar.
“Eso, agrega, nos habla de un futuro muy próximo en el cual nosotros, la gente de la comunidad, vamos a ser mano de obra y nos dedicaremos a atender a alguien más que llegue a disfrutar de lo que también es nuestro. Pienso que esta obra es como poder predecir el futuro, porque viene el despojo, el mar ya no lo tendremos en presencia, sino en la memoria, en los álbumes de fotografías”.
Para Aragón, esta historia evoca algo que se va desdibujando con la llegada de la modernidad a las comunidades costeras, con la destrucción de la naturaleza, de los ecosistemas, como creyendo que eso es lo más moderno que podemos hacer y que nos va a traer el cambio que tanto añoramos, el bienestar social, cuando es lo contrario.
Con la participación de los actores Rosario San Pablo, Esmeralda Aragón y Gustavo Martínez, se presentará jueves y viernes a las 20:00 h, sábados a las 19:00 y domingos a las 18:00, en la Sala Xavier Villaurrutia
del Centro Cultural del Bosque, detrás del Auditorio Nacional, a unos pasos de la estación Auditorio del Sistema de Transporte Colectivo Metro y Metrobús. Presentan, el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, a través de la Coordinación Nacional de Teatro, y la compañía de teatro Pelo de Gato,
un ojo al teatro y otro al garabato






