La dramaturgia de Marcos Vidal escapa de las estructuras convencionales

Antes de comenzar esta nota, se vuelve necesario arrojar algunos datos:
Según el INEGI hay algo más de cuatro millones de hogares con padres ausentes en nuestro país. Lo alarmante de esta cifra, además del inmenso número que representa, es que apenas contempla a los padres ausentes físicamente. ¿Cuándo hablaremos de esos que están pero no están? Ecos y Cadenas va sobre esto y algo más.
Las bases de nuestra sociedad (mexicana, occidental, patriarcal, capitalista, la que gusten o todas juntas) han construido un sistema que en un principio buscaba (o creía buscar) un beneficio exclusivo para los varones, pero que nuestra historia reciente nos demuestra ya no es útil (quizá nunca lo fue) y ha perjudicado al género masculino (y a todxs lxs demás) más de lo que le ha beneficiado. A través del trabajo, de la fortaleza, del esfuerzo, el varón construye una identidad de roble que le vuelve poderoso y venerable. “Un hombre provee a su familia” afirma Gus Fring en uno de los diálogos más icónicos de Breaking Bad “Sin importar que no le aprecien, le respeten… o le amen”. Por trivial que parezca, es esta la idea que ha fundamentado el rol del hombre en la familia “Tradicional”.
¿Cuánto daño nos ha hecho crecer en una estructura así? Las heridas son tan profundas que quizá no lo podemos imaginar. El cariño de nuestra madre es nuestro derecho de nacimiento, el de padre hay que ganarlo; unx hijx debe respetar a sus padres, pero parece que no tiene derecho a ser respetado por ellxs; el 10 de mayo es el 10 de mayo sin importar el día (apelando a la sempiterna disponibilidad de las madres), pero el día del padre cae exclusivamente en un día no laboral (no podemos distraer al motor de nuestra nación con banalidades como descansar un día con su familia).
Competencia, fragilidad, represión, violencia. Estas son las características del hombre que hemos construido. Ecos y Cadenas también habla sobre eso.
Esta es la historia de Paco, un hombre que tras una ruptura se ve obligado a hacer un ejercicio de introspección para tratar de sanar las heridas que lo han llevado a este punto de su vida. Así, lo acompañaremos en su travesía con Mostro, un personaje que encarna las heridas y consecuentes características autodestructivas de Paco.
La dramaturgia de Marco Vidal escapa de las estructuras convencionales y propone una obra en la que el viaje emocional es más interesante que el viaje anecdótico. Ello, junto con la propuesta de dirección, crea una espectáculo que alterna entre momentos de mucha imaginación, otros de mucha diversión y varios de verdadera melancolía. Roam León y Martín Becerra hacen magia en escena. Un maestro alguna vez me dijo “Hacer llorar es fácil, hacer reir es lo verdaderamente complicado” ¿Cuál es el nivel de maestría de un elenco y una dirección que te hacen reír y luego llorar… y luego reir?
El espectáculo termina de redondearse por un diseño escénico verdaderamente sencillo, pero que funciona. Una atmósfera de sueño cirquero envuelve al público de principio a fin. Aplausos especiales al diseño de iluminación. Porque en este montaje la luz nos habla. Los colores, las sombras, los recortes están cargados de significados, de emociones. Los públicos más quisquillosos apreciarán el trabajo de este equipo que se preocupó por llevar la luz más allá de solo ayudarnos a ver.
Esta es una obra para hombres. Más bien, para hombres dispuestos a entenderse un poco más. El espectáculo posee un sentido del humor, una historia, una manera de ser y existir que se siente muy propio de cierta generación. Esto, más que ser una limitante, nos ayuda a tener ciertas certezas del público al que le habla. Yo, varón de 23 años, no entiendo el mundo del mismo modo que nuestro protagonista Paco, ni he sido herido de la misma forma, ni he tenido los mismos problemas. Mi Mostro no es el Mostro de la generación a la que pertenecen mi padre y el equipo detrás de esta obra, pero es, sin lugar a duda, un hijo directo de esos Mostros que son, a su vez, hijos de otros y otros y otros…
Y aunque me siento ajeno a ciertos problemas y ciertos temas y ciertos chistes, puedo imaginar a mi padre viendo la obra y sintiendo su reflejo y riendo… no sé si llorando, pero sí reflexionando. Y entonces creo que puedo entenderlo y perdonarlo un rato.
Ese es el público que debe ver esta obra. Hombres, mujeres, esposas, padres, hijxs dispuestos a asomarse un rato en el abismo de la masculinidad tóxica, para entender y perdonar. Más que a los que nos hicieron daño, a esa parte de nosotros que continúa repitiendo las conductas de aquellos que nos lastimaron.
Nuestra responsabilidad como hombres es cambiar. Según algunas teorías, todo el trabajo en materia de género no se verá reflejado sino hasta el siguiente siglo. Esto, más que desalentador, debería ser el incentivo más grande para continuar trabajando en callar estos Ecos y romper las Cadenas que nos atan a comportamientos que no benefician a nadie. La oportunidad de derrumbar para el siguiente siglo una tradición que se ha construido a través de milenios es una oferta única en la historia. Una ganga. No la desaprovechemos.
Ojalá mi papá pudiera ver esta bonita puesta en escena.
Quizá no lo haga.
Les encargo a ustedes que ocupen ese lugar.
Del 24 de junio al 12 de agosto
lunes 20:30 h
Espacio Urgente 2 / $300 (50% de descuento comprando en taquilla el miércoles previo a la función)
Compañía – Epifanía Teatro y Máscara Neutra
Elenco
Martín Becerra como Mostro
Roam León como Paco
Dirección – Marco Vidal
Dramaturgia – Marco Vidal
Diseño de vestuario – Epifanía Teatro
Diseño de iluminación – Alma Curiel
Duración – 85 minutos aprox.
Recomendado para adolescentes y adultos






