Dos obras del FITAL
En el marco del Festival Internacional de Teatro Alternativo (FITAL) celebrado en San Salvador entre el 3 y 12 de mayo, pude ver los espectáculos Romero. Después, otra vez, la noche, coproducido por La Galera Teatro y Pasionaria Laboratorio Escénico de Colombia, y La Razón Blindada del 24 Street Theatre de Estados Unidos. La cartelera del festival también estuvo conformada por obras de Guatemala, Costa Rica y República Dominicana; tuvo sede en San Salvador en La Galera Teatro y en la BINAES. En este texto vuelco mi mirada sobre los dos espectáculos que pude presenciar.
Romero. Después, otra vez, la noche
La Galera Teatro, conocido por su experimentación y trabajo de laboratorio desde la escena, presentó un espectáculo que aborda el asesinato de Monseñor Romero y las violencias previas y posteriores a este evento. Interpretado por René Lovo y Omar Renderos, esta obra no solo destaca por su contenido histórico, sino también por el uso de una estructura dramatúrgica poética y una profunda sensorialidad que envuelve al espectador. Desde el inicio, la obra nos sumerge en una atmósfera poética, utilizando metáforas, símbolos e imágenes vívidas para retratar la realidad salvadoreña de aquella época.
La obra en sí misma no cuenta una historia cronológica, no hay un uso de una estructura narrativa clásica, sino que se recurre a imágenes, fragmentos, como si se nos estuviera contando algo desde el mismo recuerdo. Esto hace que el espectáculo se acentúe en la visualidad y no en la palabra. Sin dudas, es un distintivo del espectáculo y es un recurso que recientemente he visto en el teatro contemporáneo salvadoreño, sobre todo aquel que trata la memoria histórica: hay una retórica de la imagen que nos acerca al pasado y nos interpela individual y colectivamente. El artificio escénico se teje con trama fina para recomponer ese pasado doloroso, terrible, violento.
René Lovo y Omar Renderos entregan actuaciones que son un verdadero tour de force. Los personajes se construyen desde polos opuestos que nos dejan ver apenas algunos rasgos del asesino y del santo. Una de las cuestiones que más llaman la atención en la obra es el uso del distanciamiento ya que los personajes no están construidos desde una perspectiva sicologista.
En primera instancia, hay un uso del cuerpo; en este sentido, debo decir que no es el trabajo donde mejor se lucen ambos actores, sin embargo, hay un esfuerzo, un tour de force, que nos muestra lo que podría llegar a ser un trabajo corporal limpio y técnicamente mejor elaborado si tuviera un mejor entrenamiento. Uno de los momentos más climáticos de las actuaciones es cuando ambos actores se develan a ellos mismos y se encuentran, conectan, con la historia. Ponen en perspectiva las historias individuales y cómo estas se conectan con la macro historia social, teniendo el asesinato de Monseñor Romero como pretexto. Sin duda, es de mis momentos preferidos del espectáculo, pero es uno en el que ambos actores se desnudan y desdoblan en el sujeto de la ficción y el de la realidad.
La sensorialidad es otro pilar fundamental de esta puesta en escena. La Galera Teatro logra crear una atmósfera inmersiva que estimula todos los sentidos del espectador. Llama la atención cómo los cuerpos de los actores van activando diversas piezas dispersas en el escenario. Estas las puedo interpretar desde la perspectiva de las instalaciones de artes plásticas dado que se activan con la intervención. Hay diferentes espacios y objetos dispersos que conforman un ritmo en sí mismos, ritmo del que se va impregnando el espectáculo. Unas veces violento, otras contemplativo, otras lírico, las imágenes que observamos amplían el diapasón sensorial ya que están acompañadas por sonidos y movimientos que nos producen un sinnúmero de sensaciones. Quizás lo más fuerte es que cada cierto tiempo somos sacudidos, estremecidos, alarmados por estas imágenes que se convierten en convenciones del pasado reciente. Somos estremecidos por esa violencia histórica.
Este espectáculo de La Galera Teatro es un acto de memoria colectiva. Al activar los sentidos del espectador, la obra interpela de manera directa y visceral, obligando a confrontar las realidades de la violencia y la injusticia. Es una invitación a recordar, a sentir y a no olvidar, a través de una experiencia teatral que trasciende la mera observación para convertirse en una vivencia compartida y transformadora.
La Razón Blindada
Se basa principalmente en el contexto de las dictaduras militares en América Latina, centrándose especialmente en la Argentina. Se entrelazan tres elementos narrativos: las vivencias reales de los prisioneros políticos en la cárcel de Rawson, las aventuras de Don Quijote y Sancho Panza de Miguel de Cervantes, y la novela El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. Escrita por Arístides Vargas, esta obra es un testimonio del poder de la imaginación y el arte como formas de resistencia humana. Ha tenido un impacto significativo en varios países del continente.
La representación teatral del 24 Street Theatre se caracteriza por su minimalismo. El escenario se presenta desnudo con elementos simbólicos escenográficos, como mesas y sillas simples. La dirección se enfoca en las actuaciones de Arturo Díaz de Sandy y Jesús Castaños-Chima, desviando la atención del espectador hacia ellos. Aunque el diseño escénico es sencillo, contrasta con la complejidad emocional y psicológica de los personajes, creando una atmósfera intensa y claustrofóbica que refleja fielmente la opresión en prisión.
Los actores logran transmitir el dolor, la tensión y, paradójicamente, la esperanza de los prisioneros. La química entre los dos protagonistas es palpable, y sus interacciones oscilan entre la comedia y la tragedia con una fluidez que mantiene al público constantemente enganchado. Sus interpretaciones no solo destacan por la profundidad emocional, sino también por la precisión con la que manejan los textos y los tiempos escénicos, demostrando una comprensión profunda de sus personajes y del contexto histórico en el que están inmersos. Los prisioneros, cuyos nombres no son revelados en la obra, se convierten en figuras universales del sufrimiento y la resistencia. Sus interacciones y diálogos reflejan una profundidad emocional y psicológica que trasciende su situación inmediata, invitando al espectador a reflexionar sobre la condición humana en situaciones extremas.
De los elementos más destacables es el uso de la precisión y la corporalidad. Aunque ambos intérpretes están sentados durante 80 minutos, el uso del espacio y el desplazamiento a través de las sillas con ruedas imprimen un dinamismo a la obra. Hay una imagen fantástica cuando logran construir una hélice, simulando los molinos de vientos del Quijote. Sentados, sujetan mesas intercalando sus cuerpos y empiezan a girar y girar, dando la sensación de que en cualquier momento se suspenderán del suelo.
La Razón Blindada es una obra que no solo narra una historia de resistencia y supervivencia, sino que también invita a la reflexión sobre el poder del arte y la imaginación como herramientas de resistencia frente a la opresión. La interpretación del grupo 24 Street Theatre de Estados Unidos es un testimonio conmovedor de la capacidad del teatro para explorar y expresar las complejidades de la condición humana.
Reflexionar sobre la represión, las violencias y las memorias
Las obras Romero. Después, otra vez, la noche y La Razón Blindada, presentadas en el marco del Festival Internacional de Teatro Alternativo (FITAL), nos invitan a un viaje profundo a través de la memoria, la resistencia y el poder transformador del teatro. Romero. Después, otra vez, la noche nos sumerge en la atmósfera poética y sensorial del asesinato de Monseñor Romero, utilizando una estructura dramatúrgica fragmentada que nos interpela como individuos y como sociedad. La obra nos confronta con la violencia y la injusticia, pero también nos ofrece un grito de esperanza a través de la memoria colectiva. La Razón Blindada, por su parte, nos transporta a las oscuras celdas de una dictadura latinoamericana, donde la imaginación y el arte se convierten en armas de resistencia. La puesta en escena minimalista y las actuaciones magistrales de Arturo Díaz de Sandy y Jesús Castaños-Chima nos conmueven hasta la médula, recordándonos la fuerza del espíritu humano para enfrentar la opresión. Ambas obras, nos dejan una profunda reflexión sobre el papel del teatro como herramienta para la memoria, la denuncia social y la construcción de un futuro más justo y humano.