
Escrito por: Alfonso Plou y Alberto de Casso
Tengo la mala costumbre de, en cada localidad en la que estoy, acercarme a las librerías y primero buscar y después preguntar por la sección de teatro de la misma. Es lo más habitual que te indiquen, no una estantería, sino uno o dos estantes, los más altos o mejor los más cercanos al suelo. Allí, como digo, suelo acuclillarme y ponerme a revisar las escuálidas 2 o 3 docenas de ejemplares, conformados en el ochenta por ciento de textos clásicos que generalmente responden a las obras que los maestros hacen leer como lectura obligatoria a los pobres y afortunados alumnos de secundaria y bachillerato a los que hacen leer teatro. No hay casi nada más: el último hallazgo filológico de una nueva obra descubierta de Lope de Vega o una nueva versión ilustrada de una obra de Shakespeare tal vez.
Esta sección suele estar escondida a las miradas impertinentes en la misma sección marginal de las librerías donde se ocultan también, pero algo menos, los libros de la sección de poesía. Nada que ver con las amplias secciones de novela en sus versiones de novedades, best-sellers, novela española, novela latinoamericana, novela extranjera, novela negra, novela romántica, novela histórica, novela gráfica… Y las amplias secciones dedicadas a biografías, ensayo, política, viajes, autoayuda…
Está claro que hoy en día somos el género literario más depauperado y no sólo en las librerías. Estos días en los que nos acercamos al día del libro, 23 de abril, todos los suplementos de la prensa se dedican a recomendar las últimas y más importantes novedades en secciones de 7, 10, 15 géneros literarios distintos (los géneros literarios van en aumento en la misma proporción en que disminuye la sección del teatro de las librerías) y donde generalmente no hay ni una sola recomendación teatral.
Es curioso pues, vistos los antecedentes que acabo de comentar, que el día del libro se celebre un día 23 de abril porque en esa fecha desfasada murieron Shakespeare (el mejor autor de teatro de todos los tiempos) y Cervantes (el mejor novelista también de todos los tiempos, aunque él lo que siempre quiso fue triunfar en el teatro, cosa que no pudo lograr).
Bueno, el caso que me suelo agachar para pasar libro por libro esos 2 estantes de libros de teatro y siempre encuentro uno o dos libros milagrosos de ese teatro contemporáneo (no es que no lea el clásico) que a mí personalmente me gusta leer. Son libros delgados, baratos y que encuentro siempre especialmente estimulantes y comprometidos con el momento actual.
No buscan avasallar ni imponer un discurso, sino que son una incitación a la imaginación del lector para cocrear junto con el mismo, una reflexión abierta y espacial sobre situaciones, acontecimientos y polémicas con el ser humano como eje de reflexión primordial. Lo digo muy en serio: el teatro me parece un género literario con unas características para considerarlo más contemporáneo que nunca. Aunque, por eso mismo, haya que lanzar esta reflexión a la inmensa minoría.
La literatura teatral contemporánea española existe y tiene una calidad y una variedad nada desdeñable, y por ello está en una época de amplia eclosión creativa.
Y dicho esto, sirva este prólogo para apreciar en toda su amplia dimensión el valor de Ediciones Invasoras. En menos de una década Julio Fernández Peláez ha sabido sacar adelante una colección de más de 150 libros con una línea principal dedicada al Teatro contemporáneo, aunque quepan otros géneros como la poesía, y tendríamos que hablar de la cercanía, a veces hasta lo indiscernible, entre la poesía y el teatro contemporáneos. Cercanía que Julio ha sabido destacar a la hora de seleccionar títulos para la publicación marcados muchas veces por una línea de innovación y experimentación formal que mantiene al mismo tiempo un importante rigor en las propuestas escénicas.
Para sacar adelante su gran labor con una importante limitación de medios, nuestro osado editor se ocupa con esfuerzo de manera artesanal de la maquetación y las correcciones, junto con los autores, y de componer unas maravillosas portadas que son uno de los sellos de identidad de su editorial que más apreciamos los que nos dedicamos a la literatura dramática y hemos tenido la fortuna de caer en su catálogo.
Ese catálogo de autores tiene nombres señalados de la dramaturgia contemporánea como Alberto Conejero, María Velasco, Alberto de Casso, Lola Blasco, Roberto García de Messa, Ruth Vilar y una larga pléyade de nombres, más o menos conocidos, pero que hacen acopio de un gran valor y variedad en sus propuestas desde el innegable compromiso con el mundo actual.
Para resaltar este compromiso con la sociedad en la que se escribe una de las líneas destacadas de la editorial ha sido la confección de una serie de libros colectivos, compuestos por una importante colección de piezas breves sobre temas candentes como la explotación laboral, la pandemia, el neofascismo, la alegría, las guerras… Dando lugar a títulos como La patria de los parias, De los días sin abrazos, El veneno en el aire, Alegría, Y no regresaron a sus casas…
Otra de sus propuestas exitosas es la convocatoria del Premio Internacional Dramaturgia Invasora, premio que entre otras cosas sirve de eje y guía que establece los criterios básicos de selección para la editorial.
Ediciones Invasoras es una editorial periférica, no solo por el género en el que se mueve, sino por el lugar desde el que publica (Vigo) y al que se vincula publicando también en gallego. Esa raíz periférica sirve también para la composición de sus autores en el mapa peninsular, venimos de todas partes, o para la selección de autores a traducir como el rumano Matei Visniec o Peter Shaffer.
Y todo este amplio catálogo lo está sacando desde la autogestión, sin apenas ninguna ayuda a la edición y con las inmensas dificultades que tiene la distribución de la edición teatral con el panorama que he comentado al principio. Apoyándose eso sí en las pocas librerías especializadas que hay y en eventos como el Salón del Libro Teatral que se desarrolla en el Teatro Valle Inclán del Centro Dramático Nacional con la organización de la Asociación de Autoras y Autores de Teatro. Y confiando también en la promoción que podamos hacer los propios autores y las ventas que se produzcan vía internet.
Todo un milagro pues, llevado por la mano sabia, suave y esforzada de Julio Fernández Peláez, ante el que uno debiera quitarse el sombrero cada vez que lo ve, si lo usara. Y al que uno envía desde aquí el abrazo agradecido del raro que encuentra un placer, no solo en escribir y llevar a escena teatro de manera habitual, sino de leer el teatro que se escribe por sus coetáneos. Una feliz invasión echa con la mayor de las dignidades y el mayor de los respetos.
Editar teatro en España. ¿Una misión casi imposible?

Escrito por: Alberto de Casso
Como bien ha señalado Alfonso Plou, el teatro en formato libro está profundamente marginado en España. Lo normal al entrar en cualquier librería, es que muchas veces, no haya ni siquiera esos estantes ocultos, en donde encontrar a los clásicos y rara vez a los clásicos contemporáneos. En Madrid actualmente solo existe una librería especializada en teatro. La librería Yorick regentada por Carlos Gil en el popular barrio de Lavapiés. Nunca existieron demasiadas y solo las conocíamos los teatreros, pero las que había fueron cerrando poco a poco, casi sin darnos cuenta, y más tras el golpe de la pandemia.
Por eso dadas las extremas dificultades que hay para distribuir y hacer llegar libros de teatros a los lectores, publicar teatro hoy en España se convierte en una actividad kamikaze y temeraria.
Y no deja de sorprendernos y asombrarnos que Ediciones Invasoras haya cumplido diez larguísimos añazos y no haya sido barrida por el vendaval de incuria e indolencia que existe desde las Instituciones para fomentar la publicación y distribución de libros teatrales.
Son varias señas de identidad las que definen la trayectoria de Invasoras y sus 150 libros publicados.
En primer lugar no se sirve como las ediciones de teatro anglosajón y también algunas españolas, de éxitos teatrales consumados, de obras que han rodado y han sido ovacionadas en los escenarios comerciales o teatros públicos o municipales. La mayor parte de las obras editadas son vírgenes en cuanto a su materialización en la escena.
En segundo lugar Ediciones Invasoras no cultiva uno de los males más perversos de nuestro tiempo. La autoedición que permite sentirse a uno genio máximo y rutilante del arte dramático desembolsando unos buenos euros que paguen el costo material del libro, el diseño, la distribución, pero que convierten al editor en un rehén y mercenario del mal gusto teatral o cuando menos de un gusto impuesto o cautivo.
En tercer lugar, Ediciones Invasoras no practica el principio de territorialidad pseudonacionalista que hoy afecta a tantos premios y funciones en España. Existen más premios en valenciano que en castellano, y ser programado con una función en Cataluña hoy es un logro harto difícil de conseguir para unos pocos privilegiados. Aunque empezó publicando obras en gallego, dado que es Vigo, en donde radica su sede, que no es otra que la casa del mismo editor Julio Fernández, siempre invadida por una marabunta de cajas y cajas de libros.
Tampoco Ediciones Invasoras practica el edadismo, pues encontramos tres, si no cuatro generaciones bien representadas en su catálogo. Desde las más jóvenes que empezaron a escribir hace diez años o menos, en donde destacaríamos dejando fuera a muchos, a Tamara Gutiérrez, Antonio Rojano, Sebastián Moreno, Guadalupe Sáez, Dionisio Sánchez, Gon Ramos, etc; de generaciones intermedias que empezaron a escribir en los noventa como Guillermo Heras, Alfonso Plou, Raúl Hernández Garrido; Aquellos que empezamos nuestra trayectoria teatral con el siglo XXI, como Iñigo Guardamino, Antonio Miguel Morales, Nani de Julián, Beatriz Bergamín, Ruth Vilar, Carmen Abizanda y Julio Fernández. Y sin olvidar a los autores más veteranos como Jerónimo López Mozo, Rogelio San Luis, y Jesús Campos, actualmente en prensa. Y por supuesto queda ya rancio decir por los nombres mencionados, que hay un equilibrio natural y no forzado, entre autoras y autores y que se nota especialmente en los libros colectivos, otra de las marcas de Invasoras en donde he tenido la fortuna de colaborar y coordinar con el editor especialmente en La patria de los parias, sobre los trabajos precarios del siglo XXI y en el último, recién presentado en la SGAE, Y no regresaron a sus casas 31 gritos contra las guerras modernas.
En cuarto lugar, aunque nuestro editor valora tanto en la edición de sus textos, el componente innovador junto con la crítica reflexiva sociohistórica de nuestro tiempo, no resulta exclusivista a la hora de mostrarse receptivo con textos que se escoran más hacia el realismo o el naturalismo, sin imponer nunca su poética y dejándose ganar por estilos, temas, y propuestas formales tan diferentes y desencontradas entre sí. Y eso hace que tantos autores y autoras encuentren una casa de paredes anchas y flexibles en esta editorial.
De ahí que muchas obras, y especialmente las colectivas, nos enciendan una alarma sobre la devastación de la Naturaleza en la línea del intenso activismo ecológico que promueve el editor, poeta y dramaturgo Julio Fernández Peláez. O sobre la explotación en la sociedad neoesclavista del siglo XXI, (La patria de los parias) o en la eclosión de los nuevos fascismos maquillados de intachables demócratas, (El veneno en el aire, el abandono de los ancianos durante la pandemia (Xenofobia), en la quimera de las fronteras (Las fronteras son quimeras) o en las guerras recientes, absurdas, y despiadadas (Y no regresaron a sus casas).
Y cómo no señalar la belleza, elegancia y sobriedad minimalista de las portadas de los libros, realizados por el mismo editor, aun a riesgo de caer en la autoexplotación, que no ilustran ni anticipan ni resumen ni redundan en lo que se verá en la obra, sino que afilan un hilo invisible y sutil para hincarlo en el mismo corazón de la pieza teatral.

- Acervos
- Argentina
- Artes Circenses
- Audiciones
- Baja California
- Baja California Sur
- Campeche
- Chiapas
- Chihuahua
- Chile
- Coahuila
- Colombia
- Convocatorias
- Críticas
- Cuba
- Danza
- Durango
- Ecuador
- El Salvador
- Ensayo
- Ensayo
- Entrevistas
- Escena Iberoamericana
- España
- Estreno de papel
- Estrenos
- Festivales
- Frase del Mes
- Guerrero
- Homenajes
- Humor
- Jalisco
- Mensajes del Día Mundial de Teatro para Niñxs
- Mensajes del Día Mundial del Teatro
- Michoacán
- Morelos
- Morris Gilbert
- Navideñas
- Noticias
- Nuevo León
- Oaxaca
- Opinión
- Otros escenarios
- Perú
- Peter Brook
- Políticas Públicas
- Portugal
- Puebla
- Querétaro
- Reflexiones
- Reportajes
- República del Teatro
- República Dominicana
- Sinaloa
- Sonora
- Tamaulipas
- Teatros de México
- Tijuana
- Títeres
- Última hora
- Uncategorized
- Venezuela
- Veracruz
- Vestuario
- ¡Peligro: libro en construcción!