El más reciente trabajo de Paula Villaurrutia tendrá ocho funciones del 16 al 26 de octubre en el Teatro de la Danza Guillermina Bravo del CCB

Más que un género, más que un rescate o más allá de lo que entendemos por danza regional, zapateado, son, reboso, chilena, máscara, sombrero, trenza… el trabajo de Paula Villaurrutia es un latido, una ansiedad expresiva que la ha llevado a indagar en sus orígenes, en su peculiar y extensa trayectoria formativa que con cierta rebeldía, quiso “separarse” digamos, de la danza folclórica, aquella que como dulce mexicano se muestra en las feriecitas de cada alcaldía en esta ciudad de México o en el Mercado de Artesanías del centro. Le gusta narrar historias dice.
Soy Paola Villaurrutia, danzante de la vida
Paula Villaurrutia nació en la década de los 80 del siglo pasado. Se acercó a la danza folclórica desde que tenía cuatro años de edad, y hoy es una aventurera de las artes escénicas a partir de la danza regional. Su familia proviene de la Costa Chica de Guerrero. Siempre que se le pide que defina su propuesta artística, asegura que “es danza tradicional desde un abordaje escénico contemporáneo con temática libre”.
¿Quién es Male Rosita y qué tiene qué ver contigo y con esta obra?
Surge de la persona con la que estoy acompañada en escena que es una mujer purépecha radicada aquí en la Ciudad de México: Rosalinda Vázquez Ochoa. Gracias a ella he podido conocer un poco de la cultura y tradición de esa región de nuestro país. Y Male Rosita parte de un acercamiento hacia ella, que emigró a la ciudad y a partir de allí hicimos una obra que toca temas sobre la memoria, la identidad, la raíz, la pertenencia. No es una pieza documental.
Esta ha sido una obra muy compleja porque todo es creado, no se trata de transportar la historia de Rosa al escenario, sino que a través de sus testimonios, me interesó cómo es que ella siguió conservando lo que ella es…lo que ha vivido. Ha sido un proceso experimental, de lo único que siempre tuve certeza es de que los ingredientes están relacionados con la zona purépecha del país cuya música, danza y canto permean la obra. Sin embargo, no me interesa representar a los purépechas, o decir son así… La historia que se cuenta puede estar situada en cualquier lugar, incluso fuera del país. Es la historia de dos mujeres; una orgullosa sin problemas de identidad y aquella que ya por presiones sociales, por pena, vergüenza o imposición, decide alejarse de quién es y emprende una nueva identidad porque aquello que ella es le avergüenza.
Comenzamos a principios de año, y uno de los mayores retos fue trabajar con Rosalinda que es música y ha estado en escenarios, pero en ningún momento le hemos dicho tienes que hacer esto y hacerlo así, ella baila en su pueblo, ya es una mujer mayor y me atreví a invitarla a compartir el escenario conmigo, incorporarla desde lo que ella es, todo lo que hace lo ha propuesto ella, hemos tratado de respetar quién es. Y eso en el universo de lo escénico, que es complejo, ha sido un reto.
Me doy la libertad de integrar movimientos corporales libres desde que tengo un cuerpo y quiero expresar…
Sobre los movimientos y el cuerpo, fue igual de complejo. Mi punto de partida son justamente los sones, pirecuas y habaneros que se tocan en esa región michoacana. Como creadora escénica y entendiendo que parto de géneros tradicionales no me gusta abordar géneros que desconozco. Aquí, me di el permiso ya que tengo años de conocerlos y decidí que este sería mi lenguaje. De aquí partí para crearlo, del zapateado que se hace en los abajeños, de cómo bailan las guares los sones y de ahí voy integrando movimientos libres. Me expreso desde esa búsqueda. Es decir que mi base como artista y de exploración es el cuerpo libre incorporando el lenguaje de esta zona. Y quiero ser muy cuidadosa, recurro a frases mínimas, lo más reconocible, lo que considero más particular, porque tampoco me atrevería a decir soy experta, me conozco todas las danzas, es todo un universo y sólo hablamos de esa zona.
En esta ocasión fue una decena de personas las que tejimos esta obra. Y tratamos de que todos los ingredientes a los que recurro sean respetados. Hay una parte en la que bailo una pequeña escena de La Danza de los Viejitos de Charapan y la máscara, que me trajeron de allá, y desde esta colaboración y desde esta querencia tiene mayor significado. Me acerqué con uno de los maestros de Charapan, tiene uno que ganárselo, y busqué su asesoría. Le dije que quería hacerlo lo más dignamente posible, así fuera un minuto. Desde ahí me acerco, con esa sensibilidad de hacerlo bien, porque son ingredientes de ellos, ¡cómo lo llevo a escena si es su tesoro! Entonces tengo la obligación de hacerlo así, no sólo para el aplauso.
Hay una amplia búsqueda para producir tus obras ¿has explorado el teatro, las artes plásticas, la ópera o el cine?
No realmente, pero a mí, lo que me gusta es generar un concepto estético en cada obra, no sólo la cuestión dancística o coreográfica que es lo primario. Y para ello cuento con todo un equipo de trabajo que me ayuda a materializar estas ideas. En el caso de Male Rosita trabajé mucho con la resignificación de elementos. Me resignifico a mí misma cuando fui por primera vez a esa región y ví a las mayordomas y esas cargueras con sus trenzas llenas, bien tupidas de listones, billetes, les cargan muchas cosas. Fue una imagen que se me quedó grabada y que ahora resignifico en escena con una gran trenza, que es el camino de la vida, con estos moños y listones que son estos retazos de vida de los que todos estamos hechos. Desde ahí hago esta conceptualización escénica, y bueno, pensar cómo hacer una trenza de 14 metros, entonces nos pusimos a experimentar. A cada obra le vamos creando su universo y sí, yo veo que mis propuestas son multidisciplinarias, la música, los textos literarios, los elementos escenográficos, la iluminación, hay un guión, el desarrollo de una historia, a mí me encanta contar historias.
Quisiera yo tocar almas…
Paula Villaurrutia ha ofrecido trabajos como Flores blancas (Cuando llorar no se puede); Mujer raíz; Rastros (Tratado coreográfico del deseo); Vengo a pedirles su parecer y ¿Quién eres soledad?, entre otros.
Háblame de la política en tus obras
Parto de mi universo personal hacia lo humano y lo social, de temas que a mí me tocan, sin quedarme en la anécdota y los transformo en un discurso que pueda resonar y conectar con más personas. Creo que desde ahí está esta postura política, social, pero sobre todo humana. Por ejemplo, esta historia de una mujer purépecha, en realidad habla de agradecer a quienes han resguardado la memoria porque gracias a ellas y ellos podemos conocer nuestra historia y voltear a ver nuestra piel, de dónde venimos, quiénes somos, y qué ha pasado para estar ahora aquí. Creo que estas resistencias y estos resguardos se dan aquí y del otro lado del mar. Pienso más en lo humano, en lo social y la política ahí está metida, no me gusta hacerlo evidente porque para eso está la vida real, lo transformo en un hecho escénico, y por supuesto, que la gente se pregunte sobre su color de piel, ahí está; en esa memoria raíz que brota o que resurge, ahí la traes.
¿Escribes?
Sí, muchísimo. Para el proceso creativo en cada obra escribo mucho para entender qué quiero hacer, de dónde, qué es lo que me toca a mí, qué quiero contarle a la gente, desde dónde, y a veces algunos textos salen desde ahí. No es mi intención ser escritora. Pero a veces utilizo esos apuntes. En el caso de Flores blancas, fueron textos literarios de otras personas los detonantes para crear la obra, y en Male Rosita también tenemos algunos textos literarios muy bellos que nos dió licencia para integrarlos una poeta también purépecha (Rubí Huerta).
Y bueno, la hemos hecho con mucho cariño y aquí estamos con los nervios de dar a conocer este nuevo guiso, que no teníamos idea de si iba a ser postre o mole, pero lo logramos.

Male Rosita, entre caminos y memorias, toma como punto de partida las memorias de Rosita Vázquez. Es la primera obra del proyecto PASOS DANZANTES…testimonial coreográfico de bailadores tradicionales, por el cual la maestra Villaurrutia tiene una beca del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Dirección y coreografía: Paula Villaurrutia.
Apto para todo público. Duración: 50 minutos. Es un Proyecto beneficiado en la Convocatoria Nacional 2025 Premio Saberes Danzados, Programa de Danzas Plurales.
Se estrenará del 16 al 26 de octubre en el Teatro de la Danza Guillermina Bravo del Centro Cultural del Bosque del INBAL, donde ofrecerá ocho funciones: jueves 16 y 23, 20 horas; viernes 17 y 24, 20 horas; sábados 18 y 25, 19 horas; así como domingos 19 y 26, 18 horas. (José Ramírez Gurrusquieta)






