Este unipersonal es tan desafiante como entrañable

La historia de Sola se comenzó a escribir hace quince años, a partir de la necesidad por interpretar historias espontáneas a la manera de grandes creadores del cine y el teatro. Pilar Villanueva ha referido que el trabajo de investigación y transducción escénica fue muy complejo y desgastante, pues el reto estaba en asumir la mirada de los creadores que busca emular. Sor Juana Inés de la Cruz, Federico García Lorca, los directores de la Época de Oro del Cine Mexicano, entre otros, fueron el objeto de estudio para este montaje entre Pilar Villanueva y su director, el finado Fernando Martínez Monroy.
Personalmente este unipersonal me ha tocado a profundidad en varias ocasiones. Hacia el 2014 pude ver por primera vez a la maestra Pilar Villanueva improvisar junto al multinstrumentista Gustavo E. Salas en el foro de Ápeiron Teatro, que por aquel entonces se encontraba en Monterrey 319, en la colonia Roma. Aquella tarde recuerdo con claridad que me dejó boquiabierto la capacidad interpretativa de Pilar Villanueva para poder desarrollar una historia apócrifa de García Lorca. Varias mujeres con distinto acento español y una historia que recordaba exactamente a las obras realistas del prodigio andaluz. Como muchos otros, estoy seguro de haber creído, que aquello no podía ser improvisado, que seguramente era una obra desconocidísima de Lorca que habían seleccionado para trampear el espectáculo. No me podía creer que una historia tan circular fuera interpretada así, casi de la nada; aquello debería ser magia o hechicería escénica.
El Foro Contigo América se ha convertido en los últimos años en una gran casa para la impro independiente en la Ciudad de México. Ahora, con motivo del décimo quinto aniversario de Sola, se ha repuesto una corta temporada durante los sábados de marzo. Este unipersonal es tan desafiante como entrañable. El público es recibido amablemente con unos papalitos rojos donde deberá escribir un oficio en la parte superior y por el centro el título de una novela que les atraería leer. Como espectador habitual de impro, aprecio mucho este momento en que el público se debate entre sus ideas más complejas y sorprendentes, anhelando que sea ese, su papelito, el elegido para escribirse sobre el escenario.
La noche del pasado 8 de marzo se presentaron 4 historias únicas en su tipo. La primera fue una canción narrativa, que contaba el amor furtivo entre dos jóvenes. La maestra Pilar Villanueva propuso un ritmo con las palmas y pidió al público que definiera la velocidad de este ritmo; posteriormente se escogieron al azar tres notas musical y eso fue todo para que la improvisadora y el diestro músico Gustavo E. Salas hicieran el resto.
La segunda historia se tituló Los retratos de Lady McGregor y fue contada a la manera de una cinta de la Época de Oro del Cine Mexicano. La historia comenzó con una vecindad perfectamente bien sintetizada en unos lavaderos al pie de una larga escalera. Ahí se encontraron tres mujeres: Rosita (una chamaca que recordaba a los personajes recurrentes de Irma Dorantes), la enfermera Sonia (quien estaba enamorada Pepe, el contador, hermano de Rosita) y más tarde llegaría la señora que se levanta tarde, doña Blanca. El color de los personajes era idéntico a aquellos melodramas urbanos del tipo Nosotros los pobres y los diálogos improvisado parecían sacados de la pluma de Pedro de Urdimalas o Luis Buñuel. Pilar Villanueva supo construir con silencios dosificados el cierre de su primera escena, que culminaba en un enfrentamiento: Rosa le echaba en cara a doña Blanca su inmoralidad y le pedía que no ande de resbalosa con su papá. Después de unos segundos cargados de tensión la vende amores solo alcanzó a responder «Ya quisieras una como yo para tu madre» y todo el público en coro se llevó las manos a la cabeza como si hubiese visto caer el telón de un melodrama carballidesco.
La historia siguió los derroteros de un melodrama donde la impudicia y las pasiones de un corrupto cabaret terminaron con la vida de la cándida Rosa. Los pobres de esta historia eran tan miserables que solamente tenían su honra, y hasta ella quedó manchada y por el suelo. En total esta primera historia duró 36 minutos y fue contada en 6 escenas que atravesaron diversos emplazamientos, como la vecindad, el cabaret oscuro y gansteril administrado por un hombre fumador que hablaba como Arturo de Córdova y las calles de la gran Ciudad de México, escenario indispensable de nuestro cine áureo.
La segunda historia larga que se improvisó aquella noche se contó al estilo de los clásicos de Walt Disney y el público regaló como título Dramas de mudanza. La virtuosa Pilar Villanueva comenzó la cinematográfica narración con una presentación a modo de musical que entonaba una simpática tortuga. Los padres de la tortuga habían pensado en mudarse de aquel valle donde vivían, lo que suponía para la protagonista despedirse de sus lugares queridos y sobre todo de su mejor amigo, un simpático patito llamado Ducky. Los villanos de la historia eran unos leones carnívoros y despiadados que también interpretaron un número musical. ¡Sí, todos cantaron! La maestra Pilar interpretó no solo a la pareja de leones hambrientos principales, sino que también dibujó a todo un coro de leones que acompañaban el tema de villanía. Sobra decir que esta segunda historia trajo el recuerdo de aquellas películas que marcaron infancias como El rey león, El libro de la selva o Bambi. Porque al más puro estilo del Disney añejo también en esta historia fallecía en dolorosa escena el personajito más entrañable para todos: el patito; quien fue almorzado crudo por la manada de leones.
El epílogo del espectáculo fue una historia breve contada en modo epistolar que una mujer argentina escribía a su amante para terminar sus relaciones. Al más puro estilo del realismo hispanoamericano esta mujer narraba en su carta la aventura con su nuevo amor: un sirenito. Pero no un sirenito cumbianchero como el que popularizara Rigo Tovar, sino un Adonis con cola de pescado y bel canto, como el de sus homólogas femeninas que pierden con sus notas a quienes las oyen.
Cuando uno se aproxima al teatro de Pilar Villanueva ha de saber que está a punto de ver magia pura, virtuosismo, riesgo y la experiencia que dan los millares de horas escénicas que la maestra sigue acumulado. Sin empachos ni exageraciones puedo sostener que Pilar Villanueva es la mejor improvisadora de México y una de las mejores maestras que hay para aprender la técnica de improvisación, actuación y análisis de textos. Conseguir un espectáculo tan sólido como lo es Sola definitivamente no sería posible sin esas tres capacidades. La improvisación de Pilar Villanueva no es de chiste fácil y albures; se apoya en las estructuras que soportan los géneros que interpreta y el diálogo lo escribe con mesura y sorpresa. Las historias de Pilar Villanueva más allá de ser contadas son interpretadas. Desciende a los bajos fondos del estilo dramatúrgico que se emule y penetra en la piel de los personajes, como si se hubiera trabajado el texto durante semanas. Además, hay un diálogo constante entre intérprete y músico, que se alimentan de estímulos y respuestas como si fuese una danza teatral. En la mirada de Pilar Villanueva están los escenarios que como público también observamos, quizás cambien algunos detalles, pero el Technicolor de Disney era exacto en su mirada y la nuestra. Estos elementos hacen de la improvisación de la maestra Villanueva todo un referente de estudio, para los que nos gusta el culteranismo teatral y de goce para quienes necesitamos de una escena viva que nos remueva las emociones de la butaca.
Sola está todos los sábados a las 19:00 h. hasta el 22 de marzo en el Foro Contigo América, ubicado en Arizona 156, colonia Nápoles, CDMX.






