
“Hola, me llamo Daniel… y todos me dicen el pollo”
Daniel se ha subido a un avión y el despegue le aterra. Pasa el rato en su asiento. Mira una película, come, encuentra un antiguo diario y… nada. Una vaga idea se atraviesa por su mente “Para estar abierto al futuro, hay que reconciliarse con su pasado”. Quizá lo leyó en algún libro, quizá ya se le había ocurrido antes, en sus últimas noches de llorar a su amor perdido… quién sabe. El caso es que está en un avión con destino al último rincón del mundo en busca de…algo. No está completamente seguro de qué, pero junto con su amigo Pepe, algunos ratos solitarios y la contemplación majestuosa de las auroras boreales, logrará descubrirlo.
“Estaba seguro de que quería hacer esto… pero ya no.”
Invierno es un unipersonal que rebosa de virtudes. A través de un texto redondo, el espectador viaja junto con Daniel (alías “El Pollo”) en una historia de autoconocimiento que abunda en momentos de gran emotividad, sentido del humor, nostalgia y pasión. Cristian Lara quien además de ser el responsable de la dramaturgia presta su cuerpo para darle vida a esta historia de un chico en busca de respuestas, brilla en el escenario no solo por su destreza a la hora de dar vida a un gran número de personajes, sino por la transparencia con la que su ser toca las fibras más sensibles de aquellos que vamos por la vida disipados, perdiéndonos del mundo y su belleza por mantener la mirada clavada en la pantalla de un sueño roto.
“Estoy intentando hacer algo de mi vida.”
La trama, aunque sencilla, aborda temas de nuestra existencia contemporánea con ligera profundidad. Esto se agradece, pues convierte a Invierno en una obra apta tanto para quienes buscan desgarrar las incógnitas de su ser, como para ese otro público que solo busca una hermosa historia que le mueve las entrañas y le deje pensando en un par de cosas.
Si tuviésemos que responder a la pregunta ¿Y esta obra de qué trata? quizá mi primer respuesta sería: De los sueños… Esos, los que no se cumplen.
Porque yo, como tú, queridx lectorx, tengo sueños que no se cumplieron, que no se están cumpliendo y que no se cumplirán. Ya hay muchas obras, novelas, películas y ficciones x, y o z que abordan tal tópico. Invierno se distingue de ellas porque no trata de lo horrible que es tal circunstancia, sino de las infinitas posibilidades que devienen de esta. Un sueño no cumplido no es necesariamente un sueño tirado a la basura, sino la posibilidad de soñar con otra cosa. Una reconciliación en lugar de una decepción.
“No cumplí mis sueños, wey. Pero no es como que odie mi vida como otros.”
Antón Araiza dirige preciosa y precisamente sobre un escenario apenas vestido por un piso de duela y una sencilla silla. El equipo de artistas detrás de este montaje hace una sólida mancuerna que esperemos perdure durante muchas más funciones y en muchos más espacios.
Invierno es, para acabar temprano, una pieza artística completa que merece ser vista.
“Para estar abierto al futuro, hay que reconciliarse con su pasado.”
Lunes 20:00 h | Del 29 de Julio a 26 de agosto| Teatro La Capilla |Entrada general $250| Duración: 60 minutos
Compañía: Teatro Bajo La Lluvia | Dramaturgia: Cristian Lara | Dirección: Antón Araiza | Elenco: Cristian Lara |Escenografía e Iluminación: Emilio Zurita, Diseño sonoro: Sebastian Lara, Asistencia de dirección: Michel de León, Producción ejecutiva: Michel de León y Cristian Lara, Identidad Gráfica: Marcos Adrián, Difusión y relaciones públicas: Enrique Saavedra / prensazu, Ilustración: Yarumi Jaramillo Capi, Asistencia general: Victor Villagrán.






