Una obra dirigida por Luanna Noble, en La Capilla

“Él no sabe que estoy aquí, nadie lo sabe.”
7 de marzo. Noche. Calle Madrid. Número 13.
Unas lucecitas bañan con su caricia lumínica el patio que comparten La Capilla, la Sala Novo y el Vicio. En una banca del sitio aguardo pacientemente a que el reloj dé la ansiada hora del acceso. Todo es muy tangible, muy real: la banca, los murmullos, el boleto que guardo entre las hojas de mi libro, el aroma de unas flores, todo. Muy real, muy vivo.
Entonces llega el momento. Al ingresar, dos figuras danzan en un espacio casi desnudo. Los cuerpos se mueven entre volutas de humo, luz azul y ruidos de murmullos. Una melodía etérea flota en el espacio. No sé precisamente en qué lugar estamos, no sé qué música suena, no sé quiénes son estas personas. El medio ambiente se ha generado.
“¿Estás segura de haber llegado ya?”
Amar… Un acto, una decisión, una necesidad. ¿Qué pasa cuando se aman dos personas que no deben hacerlo? Una pregunta con tantas y tan variadas respuestas que simplemente no puede dejar de formularse. ¿Cómo arden los besos que no pueden entregarse? ¿Cómo duelen los abrazos que no pueden regalarse? ¿Cómo lastiman las sonrisas que han de disimularse?
Los rincones apartados, oscuros, escondidos son los únicos lugares capaces de contener el secreto de esas pasiones que se desbordan prohibidas. Así pues, asistimos al reencuentro de dos amantes que se necesitaron en vida y solo ahora, tras dejar el mundo material, pueden encontrarse en un plano lóbrego, nebuloso, impreciso, en el que se enfrentan finalmente a la realidad y las consecuencias de su romance.
“Él no sabe que estoy aquí, nadie lo sabe.”
Josefina Vicens es una de las grandes autoras de la literatura mexicana del siglo XX. Dejada de lado durante mucho tiempo (al igual que otras tantas) se dedicó a escribir con incansable pluma. Obligada a utilizar seudónimos masculinos para lograr la visibilidad que sus textos merecían, Un gran amor es su única obra de teatro conocida hasta el momento. Quien escribe se siente afortunado de haber asistido a un evento histórico (por lo menos en el ámbito de la historia de nuestro teatro) pues se trata del primer montaje formal de este texto.
La autora recurre a una trama sencilla (aunque ominosa) para llevarnos de la mano hacia un camino de exploraciones complejas acerca de lo que amar es y cómo duele, dolió y dolerá.
“ – Eres tú.
– Sí, somos tú y yo.”
La puesta en escena a cargo de la directora Luanna Noble recurre a un espacio vacío habitado únicamente por algunos módulos, humo y los cuerpos danzantes de cuatro entes escénicos. Acertada decisión que nos permite ingresar al espacio dramático que la dramaturga propone: un limbo en el que se vuelve necesario dejar el pasado atrás para permitir que el presente siga adelante. Algún maestro dijo en cierta ocasión: el teatro es al drama lo que la danza es a la poesía. Yo no sé si esta opinión la comparte todo el mundo, pero queda claro que la directora ha sabido reconocer en la danza un importante recurso expresivo para una puesta en escena que recupera un texto con un alto nivel poético.
“ – Aquí no hay espejos, no hacen falta. Es una lástima, verías que no miento.
– Me veo en tus ojos.”
El elenco (compuesto por Yamily Vazquez, Julio Ilhuicatl, Miguel Ángel Morales y Sarai Bautista López) se enfrenta a una propuesta que requiere un profundo compromiso emocional y corporal. A través del diseño de movimiento y coreografías muy bien logradas, el grupo crea el universo onírico que habitan estos personajes. Cada intérprete imprime en su manera de moverse la muy particular forma de existir del carácter que encarna. Los personajes lloran, aman, odian, recuerdan siempre a través de sus cuerpos. Como en las mejores danzas, cada movimiento carga un significado, una necesidad, de modo que algo en apariencia tan sencillo como el movimiento de una mano puede convertirse en el más apasionado de los besos.
Yamily Vázquez cautiva con su exploración de un personaje que arrastra las cadenas de la memoria y genera una mancuerna entrañable con su compañero de escena Julio Ilhuicatl quien arroja todo su espíritu en una interpretación con muchos colores y que sin duda apunta a ser uno de los grandes actores de nuestra generación. El trabajo de ambos viene a demostrar una vez más que el amor y el arte escénico sólo pueden darse bajo dos condiciones: escucha y generosidad.
“Nadie tenía que perdonarme por amarte así”
Los detalles de este espectáculo de teatro y danza terminan de definirse gracias a un diseño de vestuario que evoca acertadamente el mundo espectral de las historias románticas de fantasmas y un trabajo de caracterización que exterioriza en la piel de cada personaje la realidad de su circunstancia. Accidente feliz o poética del maquillaje, poco a poco los trazos que cubren los cuerpos de nuestros actores comienzan a difuminarse entre sudor y lágrimas y nos revelan el rostro vivo de lxs intérpretes, como si segundo a segundo su humanidad luchara por surgir de aquel ceniciento manto con el que la muerte ha cubierto sus pieles. Ana López y Mónica Castillo logran conjuntar sus esfuerzos para crear a cada carácter una capa externa memorable, armoniosa y bella.
El diseño sonoro y de iluminación reciben un aplauso especial por su capacidad para inmiscuirnos en un medio ambiente indeterminado y fantasmal, difícil de describir, pero fácil de percibir.
“Entonces como él no podía odiarte a ti porque te amaba, me odiaba a mí.”

Un gran amor es una experiencia escénica que vale la pena vivir por el riesgo de su puesta en escena interdisciplinaria, el arrojo escénico de sus intérpretes, el acabado estético de su producción minimalista y el valor histórico de su presencia en cartelera. Siempre vale la pena escuchar las lecciones nuevas que las voces viejas nos pueden regalar, especialmente aquellas que en su momento no fueron escuchadas.
“Lleva 23 años haciéndolo. Siempre las mismas flores, las que te gustaban tanto.”
Lugar: Teatro La Capilla Viernes 20:00 h. Del 7 al 28 de Marzo Duración: 50 minutos. Dramaturgia: Josefina Vicens. Dirección: Luanna Noble. Compañía: Teatro Noble |Elenco: Yamily Vazquez, Julio Ilhuicatl, Miguel Ángel Morales, Sarai Bautista López. Producción: Germán G. Islas y Sergio Cano I Asistente de producción: Karyme Vianey. Community Manager: Irving “Dash” Aparicio. Dramaturgista: Donají Olmedo. Coreografía: Natalia De la Cruz I Escenografía e Iluminación: Andrea Mejia y Karyme Vianey. Diseño de Vestuario: Ana López. Musicalización y Sonorización: Jairo J. Espinoza. Diseño de Maquillaje: Mónica Castillo.






