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El cuerpo habla; Adherencias hace que pares la oreja

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En Adherencias, la audaz mezcla de disciplinas enfrenta el desafío de la cohesión.

Si eso que le llaman alma, realmente existe, el cuerpo debe ser su más fiel cartógrafo. O sea, que el cuerpo tiene la chamba de dibujar cada que la espuma de los mares de la emoción besa o araña las costas del alma. 

Este choro es para contarte que una de las tantas preguntas que plantea Adherencias. Tratado escénico sobre cómo se ve lo que sentimos, y que además responde con éxito es: ¿Qué sucede cuando ese mapa se pliega ante las cicatrices de lo vivido? César Vallejo, el poeta atormentado, lo plantea mucho mejor que yo. “Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos, la resaca de todo lo sufrido se empozara en el alma”.  

Pues de esos golpes nace Adherencias. De esos golpes y de los cotidianos pero que, igual, hacen que el cuerpo se nos descuadricalcifiqueAdherencias es un tratado escénico que sabe que la emoción se hace carne. Y lo chido es que te lo comparte como quien dice: la emoción se hace carne, al tiro. Hekatômbe Producción Artística, bajo la dirección de Catalina Navarrete Hernández, nos regala su más reciente proyecto, uno muy ambicioso, que pregunta y responde ¿cómo las emociones prolongadas transforman ese recipiente del alma que es el cuerpo?

“¿Hay algo que puedas mover en tu postura para aligerar o eliminar el dolor?”, pregunta uno de los personajes, interpretado por Sergio Vázquez, a quien más adelante veremos hacer poesía con una masa que no es ni líquida ni sólida sino que es ambas al mismo tiempo. Ciencia y arte qué buena combinación.

La respuesta a esa pregunta, la encontrarás en el recorrido escénico: para aligerar el dolor, hay muchas cosas por hacer. La primera ser consciente de que andas con la espalda como si acabaras de hacer punta para que tú y tus cuates incendien la puerta de la Alhóndiga de Granaditas. Para eso sirve Adherencias. Pero también para paliar la ansiedad, la melancolía, la ira, que son emociones en las que se detiene la obra, las que sublima también con cuadros escénicos llenos de poesía y ciencia. Mezcla rara pero sorprendentemente hermosa. 

La investigación, nacida del posgrado de la Universidad de las Artes de Yucatán, navega exitosamente entre los mares profundos del arte, la ciencia, la emoción y la salud mental. Sí, la salud mental, tan de moda en tiempos de tik tok y de la reivindicación de los departamentos de Recursos Humanos. Y se puso de moda porque medio mundo expone el fenómeno aunque casi nadie se apure por decir cómo afrontarlo. Este recorrido escénico NO es el caso. 

La ambición conceptual de Adherencias es una de sus mayores fortalezas. Explorar el cuerpo como archivo viviente de emociones arraigadas es una mina de oro para el arte y para el público que, a veces, va con la esperanza de ver un bailable bonito. La obra se atreve a fusionar teatro, danza contemporánea, experimentos científicos, exposiciones didácticas y escenas inmersivas. Pero el éxito no está en el atrevimiento en sí sino en que logra su objetivo: que la banda salga consciente de que muchas de sus emociones andan enquistadas en la espalda, en la sien o en el cogote. Y, además, su éxito y el tuyo como público es que sales con dos o tres herramientas para liberar esas emociones. De hecho, probablemente terminarás liberado. Como si hubieras ido a la lucha libre a mentar madres pero con la diferencia de que aquí no solo te desahogaste sino que sabes de qué demonios te has desahogado. 

La visión de Catalina orquesta esta maquinaria con talento. El elenco (Marlene Coronel, Sergio Vázquez y Eduardo Cifuentes) logra una sinergia tremenda. Quería escribir que “te llevan de la mano” pero esa es una metáfora choteadísima. El rollo es que, literalmente, te llevan de la mano a experimentar con los materiales que más adelante utilizarán para hacer poesía en movimiento. O sea, tomarán tu mano para meterla en un fluido no-newtoniano y te van a explicar qué es eso y cómo funciona. Después, te conmoverás al ver cómo la melancolía se siente así, como alguien inmerso y bañado en fluido no-newtoniano, que se echa ahí luego de cargar, patas pa’rriba, el peso de su emoción con un montón de lozas sobre los hombros. No estoy inventando la postal; así está expuesta en la obra.

La ansiedad se ve como la efervescencia de un líquido verde al que le has echado hielo seco. Y la ira, también se muestra superpadre: bobinas teslas que se incrustan en el hombro, en la cadera, en una pierna y que llevas arrastrando por la vida. O, mejor aún, que te llevan arrastrando la vida. 

La audaz mezcla de disciplinas enfrenta el desafío de la cohesión. La innovación es la promesa pero la fragmentación conceptual es su fracaso. ¿El veredicto? Hay cohesión y, por lo tanto, aplausos. De esos que agradecen el ‘performance’ pero también la hazaña de haber logrado que liberaras la pesada carga de los días. 

Si eso que le llaman alma, realmente existe, el cuerpo debe ser su más fiel cartógrafo; y Adherencias, una pluma que nos ayuda a dibujarla.

Adherencias. Tratado escénico sobre cómo se ve lo que sentimos se presenta el 9 de julio de 2025 en el Foro La Paz A las 17:00 y 20:00 horas.

Creadores Escénicos: Marlene Coronel, Sergio Vázquez Contreras y Eduardo Cifuentes.

Dirección y autoría: Catalina Navarrete Hernández

Edición de dispositivos escénicos: Alejandra Robles

Diseño sonoro: Espadas Music.

Aportaciones musicales: Bernardo Espadas y Robert Brooks

Diseño de Iluminación: Francisco Carreón.

Vestuario: Frida Castillo

Producción General: Erika Beer.

Producción ejecutiva: Hekatômbe Producción.

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