Torno y retorno ocre quemado

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Escrito por: Luz Emilia Aguilar Zinser

Es frecuente que puestas en escena construyan personajes a partir de personas identificables, como sucede con los dramas históricos o las obras que tratan sobre seres inspiradores. Torno y retorno, ocre quemado -estrenada en octubre de 2023 en el Teatro Macedonio Alcalá, de la ciudad de Oaxaca, con funciones en puerta en otros espacios-, está inspirada en un conjunto de símbolos, referentes y experiencias que no denotan un modelo particular en ninguna persona real, aunque evoca a numerosas. Se originó por el empeño del actor itsmeño Luis Villalobos, por adentrarse en el universo de los artesanos de Oaxaca, en complicidad con Alberto Villarreal, autor y director de este trabajo. 

Obra: Torno y retorno ocre quemado
Fotografía: Alberto Villarreal
2do. Festival de Artes Escénicas Tuxtepec 2023

En 2016 Villalobos pidió a Francisco Toledo que lo acercara a los artesanos con los que hacía sus piezas de cerámica, para hacer una obra de teatro. El pintor le dijo que el teatro no le interesaba. Finalmente accedió a presentarle al maestro Claudio Jerónimo López, del “Taller Canela” de San Agustín Etla. 

En 2019 Villalobos logró su ingreso al taller como ayudante. Pasaron meses antes de que el maestro le permitiera acercarse al torno. Distante y seco, lo ponía a barrer y a cumplir mandados. Gracias a la disciplina del teatro, me ha comentado Villalobos, pude pasar esa prueba. Aparecía más temprano que nadie a preparar café y limpiar el taller. Poco a poco fue aproximándose al torno de pateo. El maestro le exigió que a ese instrumento subiera descalzo, que las plantas de los pies pudieran sentir el rigor de mover la plataforma. ¿Qué misterio buscaba revelar en este arduo e incierto proceso? El teatro como iniciación y sacrificio.

Vino la pandemia y Luis acabó confinado, sin salir del taller, el período de aislamento. Cuatro años se concentró en aprender los secretos del torno y del horno de alta temperatura con la guía de Claudio Jerónimo López y la maestra Toñita Silva. Se fue compenetrando poco a poco con el íntimo y cotidiano mundo de los artesanos. Cerca de este proceso estuvo Alberto Villarreal, quien visitaba a Luis en el taller y mantenía con él una comunicación constante. Luego de escribir y reescribir el texto Villarreal llegó a la versión de la obra que publicó en 2023 el editor Alonso Aguilar Orihuela, con apoyo de un conjunto de patrocinadores. Una versión abreviada de la impresa constituye la puesta en escena.

El saber perseguido por Villalobos y Villarreal ha implicado experimentar en la carne y el sudor propios euforias, esperas, técnicas y desgarramientos de quienes se dedican a convertir la tierra amasada y quemada en cántaros, cuencos, jícaras, urnas funerarias. La participación de Villalobos como aprendiz de tiempo completo en el “Taller Canela”, no ha desembocado en un documental folclórico, sino en un tributo a las complejidades y paradojas de los mestizajes que conforman Oaxaca y del oficio y cosmovisión del artesano. 

De este aprendizaje surgió el antihéroe Grana Cochinilla, hibridación entre Oaxaca, el Valle de Anáhuac y la migración al norte: su imaginería mestiza se ha alimentado del códice Zouche-Nuttall o mixteco, la Biblia, la astronomía, las pandillas de Los Angeles, la pantalla del televisor, el matricidio, la generosidad, el miedo, el mezcal, el amor, la rabia, la venganza y el trasiego de cuerpos, sueños y drogas. 

En el texto rico en ideas, imágenes y fuerza, de Torno y retorno… las palabras hieren, acarician, condenan y redimen… son jiribilla. En su transcurso, que torna y retorna en el tiempo narrativo, germina la desgarrada condición de lo vivo. 

En escena el  texto se ha resuelto con una exigencia física, emocional, espiritual, estética y de coordinación colectiva, sólo posible en el alto rendimiento de capacidades humanas, que en especial se autoexige Villalobos, quien no se otorga descanso sobre las tablas. Su cuerpo, piel, aliento, dicha y agonía son materia que pasa por los rigores del escenario como la arcilla que gira entre el torno y los dedos del artesano. En el riesgo de su intensa relación con los objetos en escena no hay lugar para distracciones y debilidades. Por momentos se tiene la sensación de que la vida pende de un hilo. La puesta, que ha viajado de Oaxaca a Tuxtepec y se encamina a otros escenarios, es posible gracias, además de los mencionados, a Jorge Lemus, Elí Esperanza, Mari Cruz Arellanes, Guadalupe Platas, y a la eficiencia de Marsel Toledo para organizar los anhelos y los patrocinios de Mezcal Embajador y el Teatro Macedonio Alcalá, entre numerosos cómplices.

Obra: Torno y retorno ocre quemado
Fotografía: Alberto Villarreal
2do. Festival de Artes Escénicas Tuxtepec 2023

El montaje es una exposición viva del artesanado oaxaqueño: el torno sube a escena como instrumento, escultura y metáfora. La máscara de cerámica del maestro Claudio Jerónimo López evoca el abrazo del cielo y el infierno; el castillo de pirotecnia es instalación que escupe lágrimas de estrellas, eco de la lumbre que llevamos dentro; la máscara de alambre es escultura-laberinto que teje lo ancestral, salvaje, sublime y sagrado. En el forro de costal resuenan los confines del universo. Y en el penacho, el arte plumario transforma en colores y contrastes la nostalgia de una irresuelta memoria histórica. El juego entre lo literal y el símbolo está en el mono de calenda, ráfaga superlativa de extrañeza. Se hace presente la estela de un poder político asesino, en el arte pictórico sobre la superficie del autobús que evoca los enfrentamientos y asesinatos de Nochixtlán, la tuba se pronuncia con el estruendo metálico y luminoso de su herencia, lamento por los estragos de incesantes conquistas.

Esta obra lleva el rigor al límite. Músculo, voz, historias, imágenes, rumores en el beso-rasgadura entre el pigmento y los dedos. Lo humano ancestral en busca del infinito y lo sagrado. ¿Mientras los artistas buscan fama, dinero elogios, los artesanos pelean con la materia, el pigmento, el fuego y el tiempo? Torno y retorno, ocre quemado, además de dar a luz un texto de gran calidad y provocación, que cuestiona la banalidad del arte frente al rigor del artesano en su relación con los materiales con los que ha de pelear y dialogar, ha propiciado una extensión del personaje Grana Cochinilla a dimensiones fuera del convencional marco de la ficción. La habilidad adquirida por Villalobos en el manejo del torno y el dominio de la cerámica lo ha llevado a producir piezas únicas firmadas por Grana Cochinilla, que se van abriendo paso en las galerías y atraen el sorpresivo interés de coleccionistas. El Grana Cochinilla ha escapado del yugo de la tinta y el papel, de la condena efímera del escenario, para extender el vuelo a una existencia que desafía, en un juego, el límite de la vida.

Luz Emilia Aquilar Zinser

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