“En la inmensidad de su producción son también abundantes las obras maestras […]. Pero la dramaturgia de Lope resplandece, a mi juicio, sobre todo en 'El caballero de Olmedo' […]. Obra singular, pero lopesca hasta la médula, rebosante de encanto, de gracia, es ejemplo supremo de algo tan inherente a su fórmula como la fusión de lo dramático con lo lírico y de lo cómico con lo trágico; también de la pasmosa capacidad para convertir en teatro cualquier materia…”