El teatro, el testigo

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El miércoles 6 de noviembre de 1985 el Palacio de Justicia, desde donde rige la Corte Suprema de Justicia en Colombia, fue asaltado por un comando de guerrilleros del M-19.

La siempre viva. Miguel Torres. Foto: Cortesía del Centro Nacional de las Artes Delia Zapata Olivella

En Bogotá, en el centro del centro del país, en la Plaza de Bolívar y a unas cuadras de la casa presidencial, el Palacio de Nariño, se abrieron las puertas del infierno. La Policía Nacional y el Ejercito Nacional bajo las órdenes de la Presidencia de la República dieron paso a la recuperación del establecimiento a toda costa. Desde los más altos representantes de la justicia del país, hasta los colaboradores de servicios varios y visitantes del edificio, se encontraron retenidos. Todo lo inimaginable paso en ese día y medio de contienda. Hechos que solo podríamos pensar que le sucederían a la Casa Blanca en una toma extraterrestre, en una película hecha en Hollywood. Dolor, gritos, súplicas, armas, bombas, helicópteros, tanques de guerra, un fuego que quemó todo. El balance… aterrador, más de un centenar de víctimas, entre fallecidas y desaparecidas.

El objetivo de la toma del Palacio se mezclaba entre dar inicio a un juicio en contra del presidente de ese periodo, Belisario Betancourt, por incumplir los acuerdos firmados en La Uribe, Meta, de cese bilateral del fuego, entre militares y grupos insurgentes, y los intereses de narcotraficantes por desaparecer expedientes que los llevarían en extradición a Estados Unidos.

Hoy, acercándonos a los cuarenta años de los hechos, el levantamiento de un nuevo edificio, las condenas a responsables, y las respuestas logradas tras decenios de investigaciones, no borran el dolor de los familiares de las víctimas, que fueron a dar a una fosa común, o que terminaron desaparecidas.

El escritor, actor, dramaturgo y director de teatro Miguel Torres, interesado por la historia del país, ha concentrado sus intereses investigativos en hechos definitivos del siglo XX. En 1994, estrenó en Bogotá, en el que en aquella época fuese el Teatro El local —hoy Teatro Estudio La Quinta porra—, una obra de teatro que volvió a encender las llamas del funesto acto perpetrado nueve años atrás, y que llamó La Siempreviva.

Cristina del Pilar Guarín, quien en noviembre del 85 hacía un remplazo como cajera en la cafetería del Palacio de Justicia, nunca llegó a su casa tras la toma, y nadie dio razón de ella, a pesar de que se denunció que la vieron salir con vida del edificio. Estos hechos inspiraron la historia que Miguel Torres nos propone en su obra. Un montaje que manifiesta las condiciones que marca el desempleo y la estrechez de oportunidades. Un grupo de personajes convive en una casa a pocas cuadras de la Plaza de Bolívar, y uno de ellos, Julieta, la más joven, se ve obligada a aceptar por unos días un puesto en la cafetería del Palacio, lugar en el que algún día espera ser recibida como la abogada que es; pero por desgracia, tras el aterrador suceso, la mujer es clasificada como desaparecida, socavando el frágil equilibrio de su entorno. Desde su estreno, la obra se convirtió en símbolo de dolor de las víctimas de desaparición forzada en Colombia.

La siempre viva. Miguel Torres. Foto: Delia Zapata Olivella

El pasado 9 de abril de 2024, día en el que se conmemora un año más de El Bogotazo —otro acontecimiento crucial del siglo XX en el país—, y en el cual se celebra el Día de la Memoria y la Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado, la obra de Miguel Torres volvió al escenario tras muchos años de ausencia, con la producción del muy joven Centro Nacional de las Artes Delia Zapata Olivella del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes.

La temporada revivió el interés en unos de volver a ver la obra y en otros, el deseo curioso de encontrarse con un clásico de nuestro teatro, que traía como particular, el ser interpretado por parte de elenco original.

La nueva temporada de La Siempreviva produjo sentimientos encontrados. En principio, dolor de pensar que, aunque el caso de Cristina del Pilar Guarín fue resuelto hasta hace pocos años, muchas familias siguen viviendo en la incertidumbre del paradero de parientes vivos o muertos. Una maldita historia de nunca acabar, que nos entristece profundamente y nos produce frustración en la impotencia. Y luego, alegría. 

La Siempreviva es una evidencia de una de las principales funciones del teatro, la de ser testigo de la historia del hombre y desde su poética hablar de lo que a este le sucede; pero también es una obra que es testigo del mismo teatro, pues a pesar de ser un acto efímero, su reciente temporada demostró que el teatro aunque no esté bajo las luces, sigue ahí, sigue aquí, manteniéndose en el tiempo en un lugar imbatible dentro de la sociedad. 

26 de abril de 2024

William Guevara Quiroz
William Guevara Quirozhttp://www.kioskoteatral.com
Actor, director y dramaturgo bogotano de Púrpura Creactivo. Director de la revista web Kiosko teatral.

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